Antonio F. Marín: Al Gore, premiado por su guerra ilegal

14 de octubre de 2007

Al Gore, premiado por su guerra ilegal

El ex vicepresidente americano, Al Gore, reciente premio Nobel de la Paz como su paisano Henry Kissinger, tiene muchas cosas en común con nuestro Jimmy Zapatero Carter, con el muchacho de León, pues siendo vicepresidente de Estados Unidos apoyó y votó el bombardeo contra Yugoeslavia sin mandato de Naciones Unidades en una guerra ilegal que los dos votaron y apoyaron. Y los dos van por ahí perdonándonos la vida a los que ni no los comimos, ni no bebimos, ni lo votamos en Parlamento alguno.
Son las cosas de la vida: los que aprietan el botón de la guerra reciben premios de la paz y los que no tenemos nada que ver somos crispadores sin serenidad; sin la serenidad de nuestro muchacho de León que se nos ha vanagloriado de ser partícipe de la "España serena"; aquella que apedreaba las sedes del partido adversario, ¿se acuerdan?, para enmarañar las elecciones y dar golpes bajo la cintura al contrario en el mejor estilo de la España barriobajera, chula, matona y bravucona que amedranta
chulesca, intolerante y furiosa; la España que cuando usa la cabeza es para embestir. La España de los "brujos visitadores de la Moncloa" que mangonean para "asaltar" Endesa y el BBVA (Cebrian). La España marrana, insultona y con mala baba de Maruja Torres y Millas, que llaman hijoputas al que no piensa como ellos. La España fascista del aceite de ricino que quiere "dar laxantes al adversario", porque padece estreñimiento mental (Bermejo)
Así que Al Gore quiere sentirse en casa, en la casa común de los que votan y apoyan guerras ilegales (con el correspondiente premio por la paz), y se nos vendrá a Sevilla para perder la silla y llevar a cabo su proyecto contra el cambio climático a costes pagados por el colega Manuel Chaves, porque Al Gore no da los buenos días sin cobrar.
Y esta es la sinopsis de su simposio sobre el cambio climático:
“Y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar. Y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas. ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra”.
Cualquier parecido con el Apocalipsis de San Juan es pura coincidencia (pagada, por supuesto)

Mobusi