Cuando hasta Felipe González critica al muchacho de León por su ley de la Memoria Histórica y por sus conchabanzas con los nacionalistas; cuando el diario El País pide dimisiones por lo del AVE en Cataluña; cuando el diario Público ha descubierto que la banca gana más que nunca con su amiguito Zapatero, uno también puede pedir la venia para criticar al muchacho que no sólo van a ser ellos los que hagan sangre, con razón, porque el presidente del Gobierno se subió el otro día al
púlpito de la Z y nos juró, por Snoopy, que no existían problemas del AVE en Cataluña, sino “problemas de comunicación de la ministra”.
Y al día siguiente se hundió una plataforma de 10 metros de la estación. ¿Premonición? No se sabe, porque ya nos dijo que con el terrorismo estaríamos hoy mejor que ayer, pero menos que mañana, y al día siguiente asesinaron a dos personas a causa del terrorismo. Este muchacho promete, como profeta de feria. No importa, porque la culpa es del empedrado, digo de la empresa, aunque al final no le han rescindido el contrato y van a contratar otras dos más para que se cumpla la profecía el 21 de diciembre.
Mal hecho, porque los problemas vienen por querer inaugurar la obra antes de las elecciones, como ya se hizo evidente hace meses cuando murió un trabajador. Entonces, el 30 de agosto, ya se veía venir. Y nos ha venido, pero ese era el precio a pagar, pecata minuta, para que su excelencia Zapatero pudiera inaugurar el AVE antes de las elecciones y pudiera llevarse a los mítines la cinta recién cortada.
