No suelo comentar peripecias de mi Cieza, mi pueblo (tengo mis inconfesables motivos), pero a veces no hay más remedio que mojarse cuando se trata de denunciar una tropelía. Una alcaldada como la que han perpetrado los del PP con la chusca ubicación de unas enormes letras de dos metros delante de un convento franciscano del siglo XVII. Si hace unos años los populares llevaron a los tribunales a los arquitectos que alicataron el teatro romano de Sagunto, (y eso que allí no pusieron letras de dos metros), ahora habría que hacer lo mismo con los listos que han perpetrado semejante sandez. Porque " Érase una vez…" se puede utilizar para un monográfico, para un "cuentacuentos" o para una exposición infantil, pero
nunca para "ilustrar" un edifico declarado Bien de Interés Cultural.
Si en los edificios antiguos solemos poner placas pequeñas transparentes de plexiglás para no intervenir en su arquitectura, los listos peperos de mi pueblo han colocado unas letras de hierro de dos metros de alto delante de un edificio que se supone que es patrimonio cultural. Es raro que no le hayan añadido el trapito de ganchillo, el toro de Osborne y la folclórica con faralaes porque estos tipos han confundido un convento franciscano del siglo XVII con el televisor de su casa.
La ignorancia es muy atrevida, que decía no sé quién, y estos tíos y tías son capaces de rotular con luces de neón encima del Acueducto de Segovia, como si fuera un puticlub de carretera. El convento franciscano es un monumento y como tal hay que respetarlo, no pegándole afiches, ni embadurnándolo con cosméticos, ni serpentinas. No es un hortera chalecito en el campo donde se pueden dar rienda suelta al mal gusto y a los perritos de Lladró. Es un monumento histórico que, como la misma historia, merece un respeto y que unos panarras no le pongan sus grasientos dedos encima.