La vicepresidente del Gobierno ha creado un conflicto diplomático al acusar al gobierno italiano de racista por las medidas que ha aprobado para expulsar a los inmigrantes. Una decisión política, aprobada por el parlamento italiano que creo que es elegido en las urnas y que la vicepresidenta ha confundido con Cuba.
Porque se puede estar en contra de las expulsiones de inmigrantes ilegales, o de los contratos de integración (yo lo estoy), pero los gobiernos democráticos son muy libres de legislar como quieran y en todo caso los que tienen que censurar en las urnas al Gobierno italiano son los italianos, no la vicepresidente del Gobierno de España que no sólo
que no le da al César lo que es del César, sino que quiere ser la propia César.
Lo que también han hecho los obispos españoles, por cierto, al rechazar el contrato de integración del gobierno valenciano, al creer que este contrato es "egoísta" y que "sólo mira por nuestros interés y no por el bien común". Lo curioso de esta noticia es que no la he visto reflejada en muchos medios, en casi ninguno, porque sólo les interesan los curas cuando mean fuera de la sotana, que es casi siempre, es cierto, pero cuando mean pa' dentro, para dentro del convento, no dicen nada, lo ocultan, como también ocultaron que el Papa se opuso el primero a la guerra de Irak y la calificó de "pecado contra la humanidad", o algo así, que ahora no recuerdo. Así que estoy de acuerdo con los curas. Y tengo que ir a confesarme de ello. No sé si tendré perdón de Dios.