Antes de que me caiga la lotería prefiero que me caigas tú encima con esos muslazos y ese cuerpo de jamona rellenita, porque no estás gorda, cariño, sino rellenita, es decir, para tomar pan y moja. Con esos muslazos que si me los echas al cuello me ahogas, a Dios gracias, claro, porque morir entre ellos es como que te toque el gordo de la lotería. Y la gorda. Encima.