La paz en Gaza es posible, eso parece, pero en España hasta los jueces quieren guerra, ir a la huelga, incluidos los compadres del Gobierno, Jueces para la Democracia, que es una asociacion progresista de jueces que ha apoyado al Gobierno en todas sus leyes y decisiones, absolutamente en todas, pero que ahora ha decidido desoír al colega de Justicia, señor Bermejo, para apoyar a sus compis de toga. Las puñetas tiran mucho, se conoce. Pero cuando hasta los tuyos se
ponen en huelga y te critican (incluido el prosocialista SUP de la policía), no hay nada más que uno pueda añadir.
Porque no es normal que los jueces vayan a la huelga (hasta la derecha se opone), pero tampoco es normal que trabajen en condiciones tercermundistas. Tampoco es normal que no sea cesada la ministra más incompetente de la democracia (hasta ha sido reprobada por el Parlamento), y ahí sigue en el palo del gallinero la tal Magdalena Álvarez, con el apoyo de su jefe, del muchacho de León, que se jacta de que cualquier ciudadano puede hacer lo que él hace.
Y es cierto, vaya que sí, porque la democracia permite que cualquier mindango pueda llegar a ministro, y eso es encomiable, pero la arrogancia y la ineficacia es propia de las dictaduras donde se valora a la persona por encima de su obra. Hasta Franco mandaba al motorista, pero Zapatero no ha cesado ni a un solo ministro por aquello de que a él nadie le rectifica el Gobierno, según la "doctrina del cuadeno azul" de Aznar, el bigotes.
Y ahí tenemos a la ministra, encampanada en su incompetencia y orgullosa en su ineficacia, que ha sido ratificada por el presidente porque en España, en la España zapatérica de cantimpalo y chichinabo, sólo hay que demostrar ineptitud para ser sobresaliente. El pesimismo no crea puestos de trabajo, es cierto, pero el optimismo aúpa a los incompetentes.
