"Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes a tus ojos oceánicos", escribía Pablo Nerura. Y yo también me inclino para mirarlos porque son preciosos. Y espero que
los meapilas peperos de Murcia, como el presidente Valcárcel, también los consideren preciosos y no se fijen sólo en las tetas, los muy marranos. Son unos guarros que siempre piensan en lo mismo. Tendrían que ir a confesarse.