"A los 18 años aparentaba 25. Era guapa, sin duda. Pero los chicos preferían casarse con mis amigas, que tenían un look de mujer-niña. Yo me parecía demasiado a una mujer que no necesita protección alguna; daba una imagen maternal y fuerte. Las mujeres-niña han envejecido. Tengo la impresión de que yo no he cambiado, y que por eso me cortejan.
Me dicen:
"He sentido una profunda emoción y una admiración sin limites por lo que usted representa, por lo que usted ha tenido, y tiene, la valentía de hacer. No se improvisa una dominadora como..."
"La quiero, Ama, no me deje, sin usted no soy nada..."
"Sin saberlo, jamás has cesado de dominarme. Cuando pienso en ti me veo siempre como tu esclavo amoroso. He imaginado que realizaba contigo las fantasías más delirantes, las más descabelladas. Te he buscado en otras mujeres, sin encontrarte jamás. Sé que nunca
te encontraré en ellas ¿Estoy condenado a vivir con esta nostalgia hasta el fin de mis días?
Tengo que confesarte lo que nunca he confesado: has alterado por completo mi sexualidad. Después de ti, nada ha vuelto a ser como antes. Para hallar placer debo recurrir ahora a los recuerdos que me unen a ti y sé que que la búsqueda de otra relación es por completo ilusoria. Lo que me diste era demasiado intenso y a solas no puedo recrear la ilusión de eso. Cualquier otra mujer me sabrá a poco".
El Ama. Memorias reales de Françoise Maîtresse
Tusquets Editores - Colección La sonrisa vertical