Pero su improvisado servidor se sometía tan fácilmente a sus órdenes, con tanta buena voluntad sin buscar jamás un pretexto para eludirlas y demostraba un gusto tan visible por la obediencia, que su autoridad no tuvo inconveniente en consolidarse día a día, y las exigencia de Matilde se hicieron cada vez mayores. Todo esto, sin que hubiera por parte de ella una segunda intención, una determinación cualquiera. Nada preconcebido, nada calculado. Sólamente una mutua y progresiva adaptación. Un largo encaminarse hacia algo cuya salida aún no podía prever: la sumisión de Luc a la voluntad de Matilde.
A los pies de Omphalos - Henri Raynal - Colección La sonrisa vertical - Tusquets Editores.