Antonio F. Marín: No queremos saber el porqué del hambre

7 de octubre de 2009

No queremos saber el porqué del hambre



Nadie se puede explicar cómo hemos podido vivir hasta ahora sin Zapatero. Los españoles hemos sobrevivido a Aznar y Rajoy (tanto en el Gobierno como en la nefasta oposición), pero con Zapatero hemos descubierto la piedra filosofal, la piedra pómez y hasta la del mechero. No nos engañemos: primero fue la imprenta, luego la luz y luego el glorioso advenimiento de Zapatero, nuestro Salvador, que nos ha iluminado el camino para sacarnos de nuestra secular ignorancia.

Una ignorancia ilustrada que nos lleva a preguntarnos por qué existe hambre en el mundo, cuál es la causa, pero que no nos anima a preguntarnos por qué una mujer aborta. Cortamos por lo sano, es decir, abortamos y le damos comida al hambriento, pero no vamos al origen de la pobreza, ni del aborto. Nos quieren distraer con la solución del problema por el final, cuando ya hemos aprendido a pescozones

(desde las matemáticas del colegio), que los problemas se resuelven por el principio y no por el final, como hacia un servidor, antes de que lo echaran.

Así que una vez que la “píldora del día después” se vende libremente en las farmacias (el Clamoxyl necesita receta), se supone que las nenas y nenes ya no tendrán ningún problema por haberse olvidado de pertrecharse con los preceptivos condones. O por la flojera de tener que bajar para comprarlos a la máquina de la esquina o a la farmacia de guardia, que ya sabemos que el furor uterino de algunas niñas les impide esperar a que el chico se marche a comprarlos, y hay que echar el polvo cuanti antes.

No hay problema, tío, porque mañana tenemos la píldora del día después, si se tercia y puedo, claro, porque si no me apetece no pasa nada porque Zapatero, nuestro Salvador, nos da tres meses más de cuartelillo para abortar que tampoco hay que tomarse las cosas con aceleros que las prisas no son buenas consejeras. Y sin que se enteren los papis que lo mismo nos quitan la paga y todo. Una injusticia.

Por eso nuestro Justiciero Salvador ha enviado al Parlamento una ley del aborto que no quieren ni los votantes del PSOE (véanse las encuestas), pues de lo que se trata es de no agobiar a los niñatos con la compra previa de los condones o con tener que acudir al día siguiente a la farmacia. Eso es mucho pedir y se nos pueden herniar del esfuerzo, así que se les permite abortar a los tres meses y se les da tiempo para que hagan botellón, ya de paso, joder, que es tremendamente cruel que no pueda hacerlo a pelo con el Jonatan, sabe usted, porque después de todo si lo obligo a follar con condón, le dará menos gusto, se puede molestar e irse con la zorra de la Jesi que si que folla a pelo. Y eso no es cuestión. Antes aborto que quedarme sin el Jonatan, que está como un queso.

No hay problema, ni preservativo, ni día después, ni zarandajas de ese jaez porque tenemos tres meses para quitarnos "el muerto" de encima y con la garantía AENOR del Gobierno. No hay que correr, hombre, que te puedes torcer un tobillo. Así que esto es lo que hay, los que nos ha descubierto Zapatero, nuestro Salvador, que insiste en que el proyecto de aborto para las perras salidas que no pueden esperar 15 minutos a que su chico vaya a comprar condones, es su ley emblemática y la que necesita la sociedad. ¿Respira por la herida?

(El Mirador de Cieza es un semanario en papel, aunque también tiene edición en Internet).

Mobusi