Antonio F. Marín: Píldora

18 de agosto de 2012

Píldora

Científicos americanos han inventado una píldora para acabar con las borracheras. Mal hecho, porque si te emborrachas, te tomas la píldora y vuelves a estar sobrio, tienes que volver a beber para emborracharte. Y empezar de nuevo. Y al precio al que están los ‘chorros’ no trae cuenta, la verdad. Te sale muy caro.

Estas investigaciones tienen que estar financiadas por Pedro, del mesón y pub Rozas 1 y 2. O quizás por Ana y Paco, del Popeye, para que tomemos más copas y sacarnos los cuartos (sólo los menciono a ellos porque sé que aguantan la broma). Los que no andan con bromas son los que exigen que si hay recortes que se los facturen a la gavilla de políticos que calzan Audi. A esos que han descubierto de pronto lo que es la vergüenza y han prorrogado la ayuda de los 400 euros a los parados.

También los hay muy cachondos que quieren preguntarle a los españoles si quieren que les quiten la extra. «Sí, sí, que nos la quiten», responderán todos a coro. No es una peli de Berlanga o los Monty Python. Lo han propuesto esos que se enseñorean de 17 parlamentos autonómicos con sus televisiones, sus empresas públicas y demás chipirrinchis y pinchos de caviar moruno. No tenemos para pagar a los pensionistas, dependientes o parados, pero hay remanente para

mantener 116 embajadas autonómicas. Y si no hay dinero no importa: llamamos a la rebelión cantonal de paparajote y aladroque.

O a expropiar los supermercados como ha hecho el subvencionado Sánchez Gordillo que ha asaltado un Mercadona por aquello de la caridad circense de «sienta un pobre a tu mesa», que se practicaba mucho en el franquismo (ver la sátira en ‘Plácido’ de Berlanga). En vez de atracar a trabajadoras asustadas, sería más efectivo que el Chuck Norris de Marinaleda asaltara su propio sindicato que ha recibido este año 617.215 euros para carne con gusanos del súper, digo, del acorazado Potemkin. El Palacio de Invierno es ahora el Mercadona y la revolución consiste en asustar a las amas de casa. Heroico.

Gordillo es una folclórica de la izquierda castiza que toca las castañuelas con megáfono para retratarse en la revista Forbes de los comunistas millonarios, como su confraterno Llamazares (50 millones de pesetas en el banco) o el cineasta Almodóvar que tenía su millonada invertida en el chiringuito del especulador Madoff, que está en la cárcel.

Mola cantidubi eso de ser comunista y millonario pues te facilita fachendear de héroe solidario con los cuartos a buen recaudo. Porque a Gordillo se le olvidó sacar el megáfono cuando políticos y sindicalistas se llevaban la pasta de los consejos de las cajas. Uno admira a los que entran con educación en los bancos para hablar, cara a cara con el director, y evitar los desahucios. Y han parado muchos. Chapó.

Porque «aunque yo ignorante sea» -escribía Lope de Vega-, «sé de los sabios que trato, conocer a un mentecato, a mil pasos que le vea». Por eso con estos mendas hay que hacer como con el horóscopo: leerlos por la noche después de que haya pasado el día para ver que son un fraude. A lo peor es que no han probado la píldora ‘quitaborracheras’.

Mobusi