Antonio F. Marín: El último de los 1500 (38)

19 de agosto de 2015

El último de los 1500 (38)

Seis campanadas que vienen del reloj de la iglesia de la Esquina del Convento que me sorprenden mientras me tomo el café y me fumo el primer cigarro de la mañana. He vuelto a fumar, sí. Nadie es perfecto. Ya que no follo, por lo menos tendremos que tener algún vicio que te haga humano. "Si no quieres que te moleste el despertador, levántate a las 6 de la mañana y lo despiertas tú  a el", le dije una vez a un ex amigo.  Pongo a Chiquete y a muy bajo volumen, porque me dijo mi hermana que la música se oye desde la calle. Y a esta hora hasta  se oye hasta caer  una pluma.

Ayer me tiré el folio y escribí un mogollón, pero acabo de leerlo y aparte de que tiene fallos técnicos como que me como palabras, estoy jodido porque de las 300 líneas que escribí, más o menos,  sólo podré aprovechar unas diez. Pero diez de aquí y diez de allí, al final suman un montón. La música me distaré porque me pongo a pensar en cierta persona y no me concentro. Apago la música. Mucho mejor.

Está mañana no estoy de humor. Me he levantado sin ganas y estoy cabreado. Conmigo mismo. El otro día me di un golpe y estampé mi cara contra el borde una puerta. Y me rompí una funda de los dientes, que ya me han puesto, pero la otra se mueve. Me dijo la dentista que como ella está en   agosto  de vacaciones, procurara no comer cosas duras. Bueno, pues ayer descubrí que se mueve más y que se va a caer por lo que tendré que encerrarme en las fiestas porque yo no salgo mellado. Aunque eso es lo de menos pues no tengo ganas de salir. Para qué...

Y luego está lo del tratamiento del hospital pues creo que me lo van a poner, y me alegro, pero es que cuando pasé el primero me dolían los músculos, tenía fiebre, me cansaba y lo pasé muy mal. Pero si  me lo ponen ya, ojalá, me quedaré encerrado porque el Interferón es muy fuerte y te deja mustio. Pero hay que pasarlo. No hay más remedio. No me importa quedarme encerrado o encamado seis meses y la feria, si me curo;  aunque supongo que tendrán que hacerme pruebas y entonces el tratamiento empezaría en septiembre, pasada ya la feria. Pero no lo sé. Esta mañana me enteraré.

Y también lo de la  columna del sábado de El Mirador y las que vienen después pues hay que hacer nevera (por las fiestas),  pero me he dado cuenta de que alguien la puede malinterpretar. Ya me pasó con el tractor, cuando quise echar un piropo y se lo tomaron como un insulto. Es todo lo contrario.

La he escrito de un tirón, sin corregir casi nada, y riéndome, porque lo que pretende precisamente es quitar miedos a ciertas personas. Para que estén tranquilos y  que no hay ningún problema porque para mí es de verdad una bendición. Y de las más grandes. Lo digo  con el corazón. Se llama' Hijos', pero  quizás sería mejor que la guardara y publicara otra en su lugar. La voy a guardar porque no quiero que se me malinterprete pues  a veces quieres hacer el bien y haces daño, sin darte cuenta.

Pero tengo que escribir otra, así que voy a currármela con las palabras aquellas de "tatuajes, voley-playa, Constitución, desnudez,    corsé cuero y látex,  y prohibido pegar carteles". He añadido "abrigo de pieles sobre la piel desnuda".

Las  máquinas barrenderas ya andan  con sus arrastrar de pies por el Paseo. Me ha dicho mi hermanica que en el comentario de este blog de ayer  hay fallos técnicos y es verdad: un denrtrp, en vez de dentro, por ejemplo. No lo corrijo porque  esto está en bruto, a lo bestia, de un tirón y luego habrá que corregirlo. ¿Es que no tienes corrector?". me recrimina mi hermana. En el Word sí, pero en el Page Marker, donde escribo ahora, no lo hay.


La  nueva columna la tengo escrita en el cerebro con esas palabras clave, pero hay que ordenarlas y escribirla.  Recuerdo que la directora de La Opinión, Paloma Reverte, me decía Antonio, la noticia. La tengo en la cabeza, Paloma. En la cabeza no, en el ordenador. Entonces era redactora-jefe y estábamos en la Plaza del Romea, en el edificio de  la parte derecha saliendo del teatro. Era de Ramón Calero, el ex diputado murciano,  porque me encontraba con él siempre que salíamos o entrábamos. Estuve con Paloma en La Verdad y fue la que me llevo con ella  a La Opinión cuando me echaron de La Verdad (me callo), y  se fue allí para fundarlo, para  iniciar el periódico desde el número cero. En el número 1 de ese periódico hay una crónica mía de Cieza.

Todo lo que sé de periodismo lo he aprendido de ella. Era una jefa excepcional que sabía tratar a las personas y sacar lo mejor de cada uno. Y sin pegar ni un grito, con autoridad, pero con mesura y femenidad. Te decía una cosa como una madre que corrige;  ordenaba, pero sin humillarte ni hacerte sentir mal. Por entonces había un redactor jefe, un tío...con el que estuve a punto de darme hostias. Siempre he trabajo mejor con las mujeres que con los tíos.

Me gustan más las jefas que los jefes. Muchísimo más. Será porque me he criado desde muy niñó con tres mujeres excepcionales y las conozco. Ellas te manda con carácter y firmeza, pero con cariño y una sonrisa. Y entonces obedeces encantado y sin darte cuenta.

Los tíos no. Los tíos son todos unos hijoputas que lo quieren todo "por cojones", así que  tú vas y le pegas  una patada en los mismos, también por cojones.  Ahora creo que Paloma  ya no lo dirige pues ocupa un puesto directivo. Fue la primera mujer directora de periódico en España. También me ayud mucho el anterior director Ramón Ferrando, de la vieja escuela, con el que  aprendí muchísimo. Descansa en paz, Ramón y Avelino.

Para la columna que entrego esta tarde para el sábado, la próxima, tengo apuntadas las palabras: tatuajes, Constitución, lencería, desnudez,  corsé cuero y látex, pieles sobre piel desnuda y  prohibido pegar carteles, ya digo.

No sé por donde saldrá, pero si no sale pues que no sale,  oye,  que ya decía Cocteau que no se puede ser 'lúcido sin interrupción', es decir, que no puedes ser genial todos los días. Yo me propongo siempre mejorar la anterior porque sé que si estudias para un 10 te quedas en el 7 y si estudias para aprobar, suspendes. Lo advertí en el Instituto. Pero era tarde. Ya me habían expulsado. 

Pero si se cae la funda de los dientes, decía,  me quedaré encerrado, en mi isla, en mi estudio.  Y si me ponen el tratamiento más todavía. No pasa nada. He salido de situaciones mucho más difíciles, complejas y complicadas. Soy un superviviente. La mayor parte de la gente de mi generación está muerta. Quedamos solo  tres. Pero estoy enfadado y no sé por qué. Bueno sí lo sé. Estoy cabreado conmigo mismo. Y me lo merezco.

Pero veo que Ella no me ha bloqueado y me vienen mariposas en el estómago que no conocía porque nunca he amado hasta ahora. El amor de verdad. Conocía el enamoramiento infantil, el encoñamiento que confundes con el amor, pero el amor  nunca lo había catado. Ese amor que sientes, de verdad, porque cuando ella te echa del bar te vas sin decir ni pío y luego, en el siguiente bar,  la defiendes cuando hablan mal de ella. Eso es amor y lo demás son tonterías.

Yo no lo sabía. Ahora ya lo sé. Es tarde, pero ha sido el primer amor y  va a ser el último. Eso lo tengo muy claro. Que me voy a morir, que Dios existe, que la tortilla de patata es con cebolla y ahora esto.

Porque  es muy fuerte, muy sólido. Ya  van  hacer tres años. Tres años y todavía no he conseguido tomar un café con ella. Me suena a récord del Guinness. Si lo cuento no se lo cree nadie.


NO ME IMPORTA SER EL ÚLTIMO

No me importa ser el último

el último de los 1500,

para amarte más que todos ellos juntos

aunque sólo sea desde el último lugar de la fila.


Otra seudopoesía que se me ha ocurrido ahora mismo. Jamás he escrito poesía. Soy muy malo. No se puede ser bueno en todo. Yo no sé pintar, ni esculpir y me defiendo con la prosa, que es lo mío. Pero son poesía muy personales, muy íntimas, que sólo son para Ella. No puedo escribir poesía de amor para todo el mundo.  Son para Ella. Cosas que le susurraría en el oído, pero que sí las sacas de contexto no sirven, no valen. De hecho  sólo Ella sabe lo que significa el número 1500. Por eso lo digo. Sólo lo entenderá ella. No soy  Neruda, ni Machado,  y no puedo versar sobre los campos de Soria.  Soy monetématico. Y que no me saques de ahí.

Acaban de pasar los barrenderos, de a pie, y ya ha llegado el camarero de enfrente, con dos minutos de antelación. Este camarero ya es personaje literario de este proyecto, aunque sólo lo sea de apoyo. El otro personaje fijo es Ella. Pero todavía no tengo claro el tono, el 'punto de vista' con el que atacar el proyecto y terminar todo el encofrado. Luego vienen el arte, el jugar con las palabras, con los tiempos verbales, es decir, después del encofrado vienen los albañiles con los ladrillos, los pintores, los electricistas, etc, para exornar el proyecto.

Pero primero hay que acabar la estructura que es lo que a mí me cuesta, lo más difícil,  porque una vez seco el encofrado ya no lo puedes cambiar. Lo segundo sí, el artificio y el estilo,  pero la estructura y el 'punto de vista' no hay manera. Esta es la etapa más difícil del proyecto, los cimientos y el encofrado. Lo que viene luego es lo más divertido, para lucirte y con lo que disfrutas de verdad, pero aquí, en este punto, sufres porque un error es ya incorregible. A no ser que la empieces de nuevo.

No estoy animado y hay que dejarlo, cambiar de tercio. Voy a ver si le meto mano a la columna de El Mirador para que no me pille el toro. Como es probable que por el tratamiento o por la funda de los dientes, no podré seguir, dejaremos este proyecto aquí para se que macere y madure. Y a ver como queda dentro de unos días. Voy  por la columna. El Diario de un serviola se toma un descanso.


(Cieza, Diario de un  serviola. 19 de agosto)

Mobusi