Ayer me tiré el folio y escribí un mogollón, pero acabo de leerlo y aparte de que tiene fallos técnicos como que me como palabras, estoy jodido porque de las 300 líneas que escribí, más o menos, sólo podré aprovechar unas diez. Pero diez de aquí y diez de allí, al final suman un montón. La música me distaré porque me pongo a pensar en cierta persona y no me concentro. Apago la música. Mucho mejor.

Y luego está lo del tratamiento del hospital pues creo que me lo van a poner, y me alegro, pero es que cuando pasé el primero me dolían los músculos, tenía fiebre, me cansaba y lo pasé muy mal. Pero si me lo ponen ya, ojalá, me quedaré encerrado porque el Interferón es muy fuerte y te deja mustio. Pero hay que pasarlo. No hay más remedio. No me importa quedarme encerrado o encamado seis meses y la feria, si me curo; aunque supongo que tendrán que hacerme pruebas y entonces el tratamiento empezaría en septiembre, pasada ya la feria. Pero no lo sé. Esta mañana me enteraré.

La he escrito de un tirón, sin corregir casi nada, y riéndome, porque lo que pretende precisamente es quitar miedos a ciertas personas. Para que estén tranquilos y que no hay ningún problema porque para mí es de verdad una bendición. Y de las más grandes. Lo digo con el corazón. Se llama' Hijos', pero quizás sería mejor que la guardara y publicara otra en su lugar. La voy a guardar porque no quiero que se me malinterprete pues a veces quieres hacer el bien y haces daño, sin darte cuenta.
Pero tengo que escribir otra, así que voy a currármela con las palabras aquellas de "tatuajes, voley-playa, Constitución, desnudez, corsé cuero y látex, y prohibido pegar carteles". He añadido "abrigo de pieles sobre la piel desnuda".
Las máquinas barrenderas ya andan con sus arrastrar de pies por el Paseo. Me ha dicho mi hermanica que en el comentario de este blog de ayer hay fallos técnicos y es verdad: un denrtrp, en vez de dentro, por ejemplo. No lo corrijo porque esto está en bruto, a lo bestia, de un tirón y luego habrá que corregirlo. ¿Es que no tienes corrector?". me recrimina mi hermana. En el Word sí, pero en el Page Marker, donde escribo ahora, no lo hay.
La nueva columna la tengo escrita en el cerebro con esas palabras clave, pero hay que ordenarlas y escribirla. Recuerdo que la directora de La Opinión, Paloma Reverte, me decía Antonio, la noticia. La tengo en la cabeza, Paloma. En la cabeza no, en el ordenador. Entonces era redactora-jefe y estábamos en la Plaza del Romea, en el edificio de la parte derecha saliendo del teatro. Era de Ramón Calero, el ex diputado murciano, porque me encontraba con él siempre que salíamos o entrábamos. Estuve con Paloma en La Verdad y fue la que me llevo con ella a La Opinión cuando me echaron de La Verdad (me callo), y se fue allí para fundarlo, para iniciar el periódico desde el número cero. En el número 1 de ese periódico hay una crónica mía de Cieza.
Todo lo que sé de periodismo lo he aprendido de ella. Era una jefa excepcional que sabía tratar a las personas y sacar lo mejor de cada uno. Y sin pegar ni un grito, con autoridad, pero con mesura y femenidad. Te decía una cosa como una madre que corrige; ordenaba, pero sin humillarte ni hacerte sentir mal. Por entonces había un redactor jefe, un tío...con el que estuve a punto de darme hostias. Siempre he trabajo mejor con las mujeres que con los tíos.
Me gustan más las jefas que los jefes. Muchísimo más. Será porque me he criado desde muy niñó con tres mujeres excepcionales y las conozco. Ellas te manda con carácter y firmeza, pero con cariño y una sonrisa. Y entonces obedeces encantado y sin darte cuenta.
Los tíos no. Los tíos son todos unos hijoputas que lo quieren todo "por cojones", así que tú vas y le pegas una patada en los mismos, también por cojones. Ahora creo que Paloma ya no lo dirige pues ocupa un puesto directivo. Fue la primera mujer directora de periódico en España. También me ayud mucho el anterior director Ramón Ferrando, de la vieja escuela, con el que aprendí muchísimo. Descansa en paz, Ramón y Avelino.
Para la columna que entrego esta tarde para el sábado, la próxima, tengo apuntadas las palabras: tatuajes, Constitución, lencería, desnudez, corsé cuero y látex, pieles sobre piel desnuda y prohibido pegar carteles, ya digo.

Pero si se cae la funda de los dientes, decía, me quedaré encerrado, en mi isla, en mi estudio. Y si me ponen el tratamiento más todavía. No pasa nada. He salido de situaciones mucho más difíciles, complejas y complicadas. Soy un superviviente. La mayor parte de la gente de mi generación está muerta. Quedamos solo tres. Pero estoy enfadado y no sé por qué. Bueno sí lo sé. Estoy cabreado conmigo mismo. Y me lo merezco.
Pero veo que Ella no me ha bloqueado y me vienen mariposas en el estómago que no conocía porque nunca he amado hasta ahora. El amor de verdad. Conocía el enamoramiento infantil, el encoñamiento que confundes con el amor, pero el amor nunca lo había catado. Ese amor que sientes, de verdad, porque cuando ella te echa del bar te vas sin decir ni pío y luego, en el siguiente bar, la defiendes cuando hablan mal de ella. Eso es amor y lo demás son tonterías.

Porque es muy fuerte, muy sólido. Ya van hacer tres años. Tres años y todavía no he conseguido tomar un café con ella. Me suena a récord del Guinness. Si lo cuento no se lo cree nadie.
NO ME IMPORTA SER EL ÚLTIMO
No me importa ser el último
el último de los 1500,
para amarte más que todos ellos juntos
aunque sólo sea desde el último lugar de la fila.
Otra seudopoesía que se me ha ocurrido ahora mismo. Jamás he escrito poesía. Soy muy malo. No se puede ser bueno en todo. Yo no sé pintar, ni esculpir y me defiendo con la prosa, que es lo mío. Pero son poesía muy personales, muy íntimas, que sólo son para Ella. No puedo escribir poesía de amor para todo el mundo. Son para Ella. Cosas que le susurraría en el oído, pero que sí las sacas de contexto no sirven, no valen. De hecho sólo Ella sabe lo que significa el número 1500. Por eso lo digo. Sólo lo entenderá ella. No soy Neruda, ni Machado, y no puedo versar sobre los campos de Soria. Soy monetématico. Y que no me saques de ahí.
Acaban de pasar los barrenderos, de a pie, y ya ha llegado el camarero de enfrente, con dos minutos de antelación. Este camarero ya es personaje literario de este proyecto, aunque sólo lo sea de apoyo. El otro personaje fijo es Ella. Pero todavía no tengo claro el tono, el 'punto de vista' con el que atacar el proyecto y terminar todo el encofrado. Luego vienen el arte, el jugar con las palabras, con los tiempos verbales, es decir, después del encofrado vienen los albañiles con los ladrillos, los pintores, los electricistas, etc, para exornar el proyecto.
Pero primero hay que acabar la estructura que es lo que a mí me cuesta, lo más difícil, porque una vez seco el encofrado ya no lo puedes cambiar. Lo segundo sí, el artificio y el estilo, pero la estructura y el 'punto de vista' no hay manera. Esta es la etapa más difícil del proyecto, los cimientos y el encofrado. Lo que viene luego es lo más divertido, para lucirte y con lo que disfrutas de verdad, pero aquí, en este punto, sufres porque un error es ya incorregible. A no ser que la empieces de nuevo.
No estoy animado y hay que dejarlo, cambiar de tercio. Voy a ver si le meto mano a la columna de El Mirador para que no me pille el toro. Como es probable que por el tratamiento o por la funda de los dientes, no podré seguir, dejaremos este proyecto aquí para se que macere y madure. Y a ver como queda dentro de unos días. Voy por la columna. El Diario de un serviola se toma un descanso.
(Cieza, Diario de un serviola. 19 de agosto)