Antonio F. Marín: La funda, la isla y la Diosa Calipso (37)

18 de agosto de 2015

La funda, la isla y la Diosa Calipso (37)

Esta mañana me han despertado las campanadas del convento. Las seis y sereno. He querido hacerme un café pero al ir me he dado un golpe con la bolsa de la basura que dejé anoche en el Pasillo. Es que ando por casa a oscuras pues me la conozco centímetro a centímetro. Pero como hemos hecho  cambios tras la muerte de mi madre,  han aparecido novedades que el cerebro se niega a registrar;  cambios en el plano que el cerebro no asimila ni procesa.

Es cierto que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en  la misma bolsa. Al volver he vuelto a tropezar con ella. La tengo ahí  para sacarla por la mañana (la bolsa) porque por la noche   tengo que vestirme y me da fatiga. Así que la bajo  por la mañana a primera hora. Sé que no es correcto, pero más se perdió en Cuba.

Voy a publicar  un meme que me encontré anoche porque tiene gracia. Y mala leche. 
Por la prensa, nada. Los periódicos y políticos se quedan a medio gas (de personal y noticias) o se publican artículos de 'nevera'. Oígo barrer, me asomo a la serviola de mi estudio y veo que es un barrendero por las dos. Me acuerdo de una carta de Pascual Lucas en El Mirador sobre el ruido de la máquinas limpiadoras que te despiertan y es verdad. Tienen razón, pero no me imagino otra solución porque tienen que trabajar cuando no hay nadie por la calle, sobre por
  esta parte de Cieza que siempre anda muy concurrida. A todas horas.

Demasiado. A ver si los nuevos paseos se ponen de moda y la gente se va para allá y se queda esto como el Tontódromo de Murcia que ya no luce como antaño. En Cieza tenemos tres paseos, somos así de chulos, además del jardín más caro del mundo y de unos terrenos bajo la ermita que nos han costado un potosí. Podría decirse que Cieza financia la especulación porque los polítios que tenemos son medio lelos. Y no lo saben, que es lo grave.

He ido a liarme un cigarro con la máquina y me he dado cuenta de que  la cama cruje cuando me siento o me muevo. Bueno, ya lo sabía. Es que es muy antigua y mi hermana le puso un somier, de los nuevos, y un colchón de los duros. Pero te mueves y cruje. Y los muebles también y me explico: son antiguos y esta casa está construida hace miles de años, cuando por aquí solo aparecían oliveras, con maderos, caña y teja. Y cuando andas  por ciertos sitios oyes como los muebles se acomodan a sus colegas de abajo, los gruesos palos, y se ponen a saludarlos crujiendo. También crujen,  sin necesidad, es decir, cuando no pasa nadie.  Estás en la cama y crujen ellos solos, sin motivo, porque se conoce que son tan viejos que tienen dolores.

Tampoco son tan exagerados y te acostumbras, pero cuando no les haces caso te llaman. Menos mal que aquí no ha entrado mujer alguna, excepto mi hermana y Loli, pero como algún día me lie la manta a la cabeza la chica se va a asutar por el concierto. Porque aunque hace siglos que no lo hago, supongo que se sigue haciendo de la misma forma  y que hay que moverse. Y mucho. Pero  no renuncio a estos muebles cantarines ni a mi cama. Soy feliz en mi estudio y en mi cama de matrimonio. Y en el estudio hasta puedo bailar.

La verdad es que esto es un lujo. En en centro del pueblo, en la mejor zona, en el centro del Paseo y orientada al mediadía que es la parte buena, por el sol,  y con muchos metros y muchas habitaciones vacias. Y un piso arriba con amplia terraza y tres cámaras (desvanes). Lo dejo pues parece que estoy redactando un anuncio inmobiliario, "se vende piso". Sé que hay gente que vive en casas miserables, agolpados, y en condiciones muy precarias. Soy afortunbado y a veces me quejo de vicio porque tengo algo que casi nadie tiene y tendría que estar agradecido. Lo estoy.

Esta casa no se vende ni aunque afloren millones y cuartos a mansalva. El dinero se gasta y esto es una inversión para la vejez. No hay que vender, sino comprar, decía Botín, el del Santander. Pues eso. Me he tirado aquí el folio y todavía no tengo nada de la columna. Apuntes en servilletas y papeles, pero todo muy hilvanado. La tengo que entregar mañana por la tarde y todavía no tengo nada. Haré como hago siempre y le echaré imaginación al asunto. Coges una noticia, la destripas, le das la vuelta y de pronto aparece la chispa que la enciende. Y la cuentas. Es muy sencillo. Para mí, cuando hay chispa. Tengo apuntadas algunas palabras: tatuajes, Constitución, lencería, desnudez,  corsé cuero y látex y prohibido pegar carteles. Veremos lo que sale.

De momento lo que se me ha ido de madre es esta entrada del diario que es demasiado larga y espesa. Si la llenas de naderías la gente se aburre porque leer en el ordenador es incómodo. Hay que hacer entradas cortas y directas, me lo tengo dicho, pero se me va la pluma, y la olla, y me salen tochos como este. Ya veremos qué hago.

Las máquinas limpiadoras se arrastran por el Paseo molestando a los vecinos, supongo. Son sólo las 6,32 de la mañana y todavía no ha amanecido. Tiene razón Pascual Lucas en su carta en El Mirador, repito.

Lo que ocurre es que yo he dormido  miles de veces en el barco y te acostumbras al ruido atronador  de los motores y al movimiento; al cabeceo para surcar las olas pues casi siempre se navega aproado y éste aumenta cuando el buque las surca, de frente, partiéndolas como un cuchillo con la mantequilla. 

Lo voy a explicar de una manera simple: si coges un bolígrafo y lo pones horizontal sujetándolo por el centro con sólo dos dedos, y lo mueves arriba y abajo, simulando el movimiento del barco, ves que la parte que más se mueve son los extremos y que el centro está prácticamente quieto. Por eso la marinería y los esclavos,  duermen en los extremos, que se jodan, y la oficialía en el centro. Esto también pasa en los cruceros entre los de primera y segunda. Cuando más pagues más te acercas al centro del barco y hay menos movimiento. Y menos se marean, que yo de eso me libro. Y la maquina barrendera que vuelve. Todavía no ha amanecido, pero ya asoman por mi serviola los primeros albores del día , la luz tenue que anuncia que su señor sol viene de visita para dar por culo. 

Este comentario es demasiado largo y para compensarlo tendría que poner muchas fotos que lo amenicen, pero no tengo ganas de buscar. El que se canse que se vaya. Y además le he  puesto un título  que no entenderá nadie pero que a mi me sirve  cuando tenga que organizarlo todo para la posible novela. Al leerlo sé de qué trata y no tengo que entrar, aunque la gente no lo entienda. Esto es un proyecto. Aunque a lo tonto a lo tonto, que decíamos de críos, ya llevo 40 entradas. Es así como se trabaja. Lo explicaba Lao-Tse: para andar un camino de mil kilómetros hay que dar el primer paso. Y seguir con tenacidad, regularidad, disciplina y rutina, añado yo. Cuando te das cuenta tienes un libro de los gordos, de 300 páginas.

Anoche quise adelantar un algo y sólo pude dejar   notas sueltas. No podía. Porque además vienen las fiestas y tengo un problema con una funda del diente. Se mueve y se va a caer. Y mi dentisto está en la playa, de agosteo. Como se caiga sí que no salgo a la calle porque me da vergüenza ir mellado. Y además es una funda doble, cosas de hacerte viejo y de  limpiarte los dientes con chicle cuando estabas en la Marina, navegando, porque entre guardia y guardia, de 12 horas, urgía sondear el Estrecho y no teníamos descanso.

Parábamos sólo en Ceuta para recargar provisiones y comprar tabaco barato. Y de lo otro, sí, en el barrio del Príncpe a donde no subían los taxistas, acojonados,  y nos tenían que acompañar los 'legias' (los legionarios) porque con ellos te respetaban.

Te despertaban para entrar de guardia y sólo te daba tiempo a echarte manotazos de agua en la cara.  Cobrábamos más, aguas internacionales, pero éramos unos marranos. Todos. A veces te dejaban en una isla con el  'reydis' (sobre todo en Mallorca) y te quedabas allí solo en una tienda de campaña durante semanas.

La experiencia de la OJE me sirvió porque todos tenían miedo a dormir solos de noche, comiendo  latas calentadas en un hornillo. Chulo que es uno. Tenía que calibrar el 'reydis' y darles la   señal para la ubicación trigonométrica y geográfica, la latitud y la longitud. He estado en la isla de Alborán, aunque luego me trasladaron a 'la punta de don García', en Algeciras,  que pillaba más cerca y venía mejor porque comía en el cuartel de la Guardia Civil de Algeciras, con ellos, aunque dormía en la tienda. Y así meses y meses, con higiene de fortuna. Tenía unos 17 o 18  años y a esa edad te comes el mundo. Y la experiencia de muchísimas acampadas con la OJE, la de entonces, la dura.

Amanece que no es poco, según la película, pero no sigo por ahí porque me estoy convirtiendo en el abuelo cebolleta, con sus batallitas de la mili y todo eso. Esto se me está yendo de las manos. Tengo que parar para reflexionar sobre qué quiero. Esto va muy desmadrado, falta la 'unidad' imprescindible en todo relato.  Pero como tengo que parar por la feria, el tratamiento de mañana en el hospital y la jodida funda del diente, tendré que estar encerrado y tendré tiempo para verlo con calma, desde fuera. Dejarlo que  macere. Y verlo luego. Es entonces cuando te das cuenta de la morralla y cortas y cortas. Y corriges y corriges porque esto es la primera versión y está en bruto.

Acaba de llegar el camarero de enfrente, mi personaje literario y se ha adelantado 3 minutos sobre el horario previsto. Un hombre educado que quiere llegar a tiempo consigo mismo y no molestar, aunque sea su propio negocio. No sé si triunfará o no, ojalá que sí, pero tiene buenas maneras y se lo merece. Se disciplina porque se juega mucho y con las cosas de comer no se juega, que decía no sé quién.

Ya ha amanecido y me he tenido que quitar la camiseta del pijama. Hace colorcillo. Acaba de pasar el camión de las luces de las fiestas. Empiezan  a ponerlas y supongo que hoy es el primer día. Llevan el camión repleto. No, me he asomado y es que empiezan a ponerlas por esta parte, así que dentro de poco aparecerán  con la grúa y pegaditos a mi ventana del estudio, a mi serviola.  

Por cierto ahora que la veo en la foto,   la isla de Alborán me recuerda la isla de Ogigia a la que llego Odiseo o Ulises, en la Odisea, y donde estuvo secuestrado por una belleza como la Diosa Calipso que mediante pócimas de amor, comida y sexo,   lo tuvo atrapado allí durante siete años.

Isla de Alborán
Y ahora que menciono esto también me  acuerdo de otra Diosa,  más cercana,  que le echaba filtros de amor a la manzanilla y te volvía loco. Lo he comprendido ahora. Me tuvo que drogar con la maldita manzanilla porque he hecho cosas que sólo se pueden hacer con el hechizo de una bruja, digo, de una Diosa.

Qué le echaría. No lo sé, pero tuvo que ser un filtro muy fuerte porque yo no he estado siete años, todavía, pero ya llevo tres. Y lo que te rondaré, morena. Supongo que cuando cumpla cinco me darán el tercer grado.  Ahora lo  comprendo todo; es una bruja, digo, una Diosa que mediante la manzanilla te secuestra la voluntad  y te impide olvidarla. Tengo que buscar una gitana que me deshechice. Pero no servirá. Ayer me acordé y le di al 'me gusta'.   Estuve horas y horas mirando nervioso por ver si me bloqueaba. No lo ha hecho. Todavía. Esta mañana todavía no me había bloqueado.  Es probable que no se haya dado cuenta. O quizás es que no es tan mala como parece.

Mobusi