Antonio F. Marín: En maceración... (39)

20 de agosto de 2015

En maceración... (39)

Fotograma de la película
Me he levantado a las seis de la mañana para recibir a la muerte de cara y despierto, a ver si tiene huevos y es tan valiente como dicen. Y si pierdo, al menos moriré de pie, con gallardía, frente a una señora que se presenta de visita, sin avisar. Y sin tarjeta.

La hora del lobo sí; ese tiempo que trascurre antes del amanecer y donde según las estadísticas oficiales  mueren la mayoría de personas. Bergman la llama "la hora del Lobo" en la película homónima. "La hora del lobo es el momento entre la noche y la aurora cuando la mayoría de la gente muere, cuando el sueño es más profundo, cuando las pesadillas son más reales, cuando los insomnes se ven acosados por sus mayores temores, cuando los fantasmas y los demonios son más poderosos..." Esto dice un personaje de la peli´cula homnónima de Irgman Bergman.

Y es cierto: mi  padre, la tata y mi madre murieron en la hora del lobo, así que a mí también me toca. Me acabo de dar cuenta de que ya tengo el inicio de la novela y cierta línea argumental. A lo tonto a la tonto, como siempre.  Un tipo que lo sabe y se levanta todos los días antes de las 6 para recibirla de pie  y despierto. Y como la Parca  no llega escribe un diario para distraerse   El diario de un serviola. Ya lo tengo, a lo tonto a lo tonto. Y el final también pero no lo escribo aquí por si el proyecto sale. No hay que anticipar finales porque entonces pierde interés.

Así surge todo, todas las ideas, los buenos párrafos. Son las 5.38 y todavía no ha llegado, ni el camarero de enfrente  ni la Parca y supongo que es pronto porque es muy temprano pero hay que hacerlo si quieres sorprenderla cara a cara. Que te mire a los ojos y que se atreva.

Nota.- El diario que el protagonista escribe esperando la muerte; el Diario de un serviola, va reflejando el día a día del personaje y su relación con el mundo a través de lo que vive y ver por su ventana, por su serviola. Es una buena idea para el proyecto porque al tener el hilo conductor te cierra el enconfrado.  Ya lo tengo. Lo he encontrado esta mañana a las 5.47, al despertame. Me he puesto a pensar y me he dado
cuenta de que siempre me despierto a la hora del lobo. Así que he levantado súbito y me he venido al ordenador. Todavía no me he tomado el café ni me he fumado el preceptivo cigarro de la mañana, el primero, el que mejor sabe.

Ya tengo el inicio y idea argumental. Ya está una de las cosas más dífíciles  para un escritor o para mí. Ahora tengo que ver otra vez la película. La vi hace años y tengo la colección completa  de Ingmar Bergman (completa no,  las que más me gustan). Pero con el traslado de habitación supongo que es una de las que se ha perdido. No importa: esta tarde la bajaré de la mula y la veré, pero esta vez en MKV que es el formato  del futuro porque el Divx está ya muy pasado. Y el Mpge.

Esta tarde la veré y sabré por dónde va, porque no me acuerdo. Esta mañana tengo que ir al Mercadona a la compra semanal y a sacar a Juan José Avellan (a las 12) para llevarlo a Los valencianos, tomar un café  y charlar con él. Es mi padre putativo y tengo que contarle una cosa. Ha estado muy malito, pero ya está en Cieza, en rehabilitación. Le haré compañía en la cafetería y le preguntaré. Si la dejo, si dejo de molestarla o qué coño hago porque yo no sé qué más hacer.

Es un amor imposible. Muy iluso incluso,  porque Ella no ha hecho nada para que me ilusione. Todo han sido desprecios pues me echó un montón de veces del bar, me  bloqueó el teléfono, no me quiso dar su email, no sé como se apellida, su madre me prohibió que me acercara a Ella y la última vez que la vi iba cogida de la mano de otro. Y encima eres feo y no tienes ni un duro. Joder, más claro imposible. Pareces tonto.

 Ella no tiene culpa de nada porque nunca me ha dado ilusiones, ya digo. Todo lo contrario. Pero parece que con sus actos, al mostrarse fría e indiferente, pretende que abra los ojos y la olvide porque no quiere hacerme daño, pero es que el corazón tiene razones que la razón no entiende, según dice el refranero. No sé. Mi razón dice una cosa, que pase de ella, pero mi corazón no puede. A ver quién gana.

Yo creo que  ya es platónico porque esto no va a ninguna parte. Amarla en silencio, sin que nadie lo sepa porque no va a haber otra. Hasta que se enrrolle con otro, lo sepa seguro, y entonces se acabo. Punto y final. La borraré de mi corazón y seguiré soltero hasta la muerte, de pie y cara a cara.  Silencio radar, es decir, no hablar nada de ella ni aquí (como personaje literario), ni con nadie y cuando me pregunten advertir que no sé nada de ella y que a mí no me quiere, o sea, que le pregunten a su maromo porque yo no sé nada.

En el fondo esto es una obsesión enfermiza, según me dijo un amigo psiquiatra,   porque sólo he hablado con ella media hora durante dos meses. Sólo eso. Y no es normal. O es una obsesión enfermiza o un amor verdadero, pero no es normal. Quizás sean las inocentes consecuencias del primer amor que nunca tuve. Y me ha venido a la vejez. Y quizás sea tan iluso como los amores quinceañeros. O el amor de un viejo por una joven 20 años menor. Visto así parece hasta ridículo. No pensar, cultivar el jardín, según Voltaire.

Cuando una mujer te coge así...eres suyo.
El título y la línea argumental, me gusta mucho.  Ha sido un gran día, un día de provecho porque al que madruga Dios le ayuda, según dicen por ahí. Ya tengo el esbozo y el motor que te empuja a seguir escribiendo, pero luego, poco a poco, porque ahora tengo que ver si los 42 comentarios anteriores encajan con esa idea o hay que reubicarlos, borrarlos o cambiar algo de los que valgan.

Y como el 11 de noviembre inicio el tratamiento que va a durar tres meses, ya tengo tiempo y trabajo para seguir con el proyecto. Me quedan unos meses hasta el 11 (estás Navidades las paso aquí, en mi estudio y sin salir), pero con una tremenda ilusión con este proyecto. Lo veo claro, interesante y posible. Joder y ha sido de chipira,  por despertame a las 5 y pico. Ya  decía no sé quién que  a quien madruga Dios le ayuda.

Las campanadas del Convento, las 6 y sereno. Por la calle sólo pasa algún coche y al asomarme a mi serviola  he visto que por las 10 viene un barrendero, de los de a pie. Ellos también viven de pie la hora del lobo, pero no lo saben: son muy jóvenes y la muerte les pilla de lejos. Están en esa edad en la que la vejez es cosa de viejos.

Estoy ansioso por imprimir todo lo que llevo escrito para verlo en la biblioteca, corregir, borrar, seleccionar y desechar. Tengo que acomodarlo todo a la hora del lobo, a mi idea argumental. El título no, se seguirá llamando Diario de un serviola porque aparte de la Pelicula de Bergman, existen algunos libros con ese título, según me avisa el Google.

He oído un ruido y me he asomado a mi serviola, pero no, es el barrendero que está trabajando a las 12. Por las nueve vienen un par de marroquíes que supongo que irán a trabajar, porque llevan bolsas. Se escucha  un silencio maravilloso. El mismo que he saboreado en alta mar porque en las guardia de 12 horas, los más antiguos (casados y más viejos) elegían la mañana y nos dejaban a los jóvenes la noche, de 12 a 8 de la mñana. He visto amancer en alta mar miles de veces y siempre me ha gustado tanto vivir de noche que me ofrecía para hacerles la guardia a otros.

A 24 Rigel.
El barco por la noche no está silencioso, se oyen los ruidos de los motores y el fragor de las olas al ser cortadas por la proa, pero en el puente de mando sólo estás tú con el comandante de turno (en los míos sólo había dos:  el 1º comandante y el segundo). Fui mas feliz en el Rigel que en el Tofiño, porque el Rigel es más pequeño, mucho más, y más feo, pero es mucho más marinero que el otro. Dónde va a parar. En el Rigel he aguantado  mar arbolada, olas de 10 metros,  y las capeaba mejor que el Tofiño, porque aquel era más marinero.

Voy a tomarme un café y a fumarme un pito. Para celebrarlo. Este va a ser mi último comentario porque tengo mucho trabajo en la biblioteca con los anteriores. Publicaré sólo las columnas del Mirador. Aunque eso tampoco se puede predecir porque de pronto salta  la chispa y te pones. Pero es que además vienen las fiestas patronales, aunque yo no saldré mucho, quizás dos días, porque estoy cansado de la montonera, del bullicio, de la gente de Cieza que siempre son los mismos, pero en distintos sitios. Todos repiten (repetimos) el itinerario de pub en pub, de acuerdo con el horario previsto. Salen a las 11 o las 12 para comer algo y tomarse luego algunas copas. Me aburrooooo, que decía no sé quién. Tengo que elegir los dos días y trabajar el resto en la biblioteca. Y en mi estudio.

Cuando acaben las fiestas seguiré escribiendo estos diarios para dejarlo casi todo enfilado para cuando empiece de verdad a desarrollar la línea argumental de la hora del lobo.  Y a partir del 11 de noviembre y hasta el 11 de febrero, me quedaré aquí escribiendo, corrigiendo y currando. Son los tres meses del tratamiento. Pero es que ahora además tengo que currarme la nevera (por las fiestas). Tengo que lograr dos o tres columnas del Mirador para entregarlas ya hechas. Se oyen chincharas por el Paseo. Las oigo desde mi serviola. Están llamando a sus hembras para eso de la cópula.

Son las 6.28 de la mañana, según mi ordenador y tengo que parar porque esto devine en tocho infumable. Muy largo. Comentarios breves y directos, me tengo dicho, pero me pongo y se me va la pluma. Me he levantado a las 6 de la mañana para recibir a la muerte de pie y despierto, a ver si tiene huevos. Y si pierdo, moriré al menos de pie y con gallardía frente a una señora que se presenta de visita, sin avisar. Y sin tarjeta.

Me gusta mucho este inicio del proyecto, pero hay algo que rechina y todavía no sé qué. Las 6.30 según el Convento y mi ordenador, que coinciden en contar el tiempo. Me gusta y lo voy a dejar, pero hay algo en esa frase, en ese inicio, que rechina. Ahora no lo veo, pero dentro de unos días o semanas lo coges al instante. Por eso hay que dejar que las cosas maceren, reposen, y salga lo bueno de su interior que sólo ves pasados unos días. Creo que lo de a ver si tiene huevos no suena bien. No es musical,  no tiene eufonía. Quizás sería mejor redaños que huevos. O mejor que huevos,   a ver si es tan valiente como dicen. No sé. Ya lo veré.

Me he levantado a las 6 de la mañana para recibir a la muerte de pie y despierto, a ver si es tan valiente como dicen Y si pierdo, moriré al menos de pie y con gallardía frente a una señora que se presenta de visita, sin avisar. Y sin tarjeta.

Clavado. Se queda así el inicio del proyecto, de la novela. Joder qué pronto he dado por la tecla. En anteriores novelas tardaba meses. Voy a tomarme un café y a fumar un cigarro. El segundo del día. He abierto la mula y he visto que sólo hay dos fuentes, dos usuarios que están conectados a esta hora. Normal. Pero uno de ellos me ha dejado pincharla y la pel´çicula de Bergman  ya está bajando. En Divx. No la hay en MKV.  Tres horas, 39 minutos para bajarla, según me dicen. Ruido de arrastre. Me asomo a mi serviola y veo a un marroquí por las 3  que va hacia las 9. Arrastra dos carritos repletos y supongo que será de los que venden cosas por la calle. Voy a por el café y el tabaco. El camarero de enfrente acaba de llegar y se ha adelantado 15 minutos. Joder con el chico, aunque creo que son  dos y se turnan. Pero el personaje es uno.

Ya ha amanecido y no me he dado cuenta. Estaba tan metido escribiendo que me abstraigo y no me entero de nada. Ya hay luz diurna, se oyen más ruidos, el atronar de algunas persianas y comienza el baile. Es el momento de dejarlo. Bueno, esto se ha acabado. A partir de ahora sólo publicaré las columnas del Mirador cada domingo. Voy a ver cómo queda todo lo escrito y a darle "unidad", si la tiene.  Y probablemente silencio radar. No lo sé.

(Cieza, Diario de un  serviola. 20 de agosto)

Mobusi