Antonio F. Marín: Silencio rádar (40)

21 de agosto de 2015

Silencio rádar (40)

Fresquito, mucho, mientras me asomo a mi serviola y veo por las 2 a un barrendero, de los de a pie, cambiando una bolsa de una papelera. Estos también son amigos de la moche. Me huele a personaje literario, tengo ideas. Y me siento feliz en mi estudio, por la soledad y el silencio.

Y además ya tengo arranque y línea argumental para seguir con el proyecto que ya casi es novela. A partir de ahora ya sólo queda acabar el primer borrador, a lo bruto,  e imprimirlo   para corregirlos en la biblioteca  y encajarlos. Esta feria no salgo, no quiero perder el impulso que llevo, la inercia que se hace costumbre y te facilita el viaje.

No quiero cortar este inicio  porque esto sólo dura unos meses y luego empieza a cansarte. A aburrirte.  Lo sé porque me pasó con las otra. Paré y luego me costó muchísimo volver a  coger la carrerilla. Tardé más de un año en volver a coger el ritmo.  He escrito cuatro novelas. La primera me tuvo encerrado

cuatro años, la segunda tres, la tercera tres y la cuarta dos. Aunque está última tuve que terminarla aprisa y corriendo para poder mandarla a Amazón. Está sin corregir y sin pulir. Algún día tendré que cogerla.

Miro a mi alrededor, me asomo a mi serviola y me  siento feliz en mi estudio y en mi nuevo dormitorio. Tengo espacio, disfruto de la vida y el 11 de noviembre  me voy a someter a un tratamiento que será con resultado feliz. Lo sé.  Y además no lleva el maldito interferón. Ya  tengo el inicio de la novela,  el hilo conductor y algunos personajes como el camarero de enfrente. Y una chica de unos 27 años  que va a los Valencianos, con su madre,  y se sienta enfrente.

Siempre anda  leyendo algún libro  y lleva muchos apuntes pues luego se va a la biblioteca. La veo mucho por allí. Es morenaza, bajita, muy guapa, con la piel blanca, el pelo a la altura de los hombros, ojos verdes  y siempre va sola (excepto con su madre). Otra solitaria como yo. Sé que  ha terminado  la carrera universitaria y supongo que será de filosofía y letras. Y ahora anda con alguna oposición. Y tiene cultura pues la he oído hablar en la biblioteca y es inteligente. Y siempre tiene un libro en la mano, le gusta leer como a mi madre. Una vez la vi con un libro, que no recuerdo su título, pero me sorprendió porque  era de los de autor. No era esa morralla de libros sentimentales tipo Danieele Steel o Victoria Holt.   Y  tiene unos sobacos preciosos.

Es broma, pero es que ya se los he visto varias veces pues se suele coger su pelo morerazo  y se le ven. Pero es demasiado joven. Aunque como personaje de novela vale un potosí. Y además le gusta la literatura. Quizás sea una 'loba esteparia' como yo, a lo Herman Hesse. Es una cría preciosa y dulce. Y parece tímida. La conozco;  conozco mucho a su padre y resulta que es de mi edad. Tela. Ella va  casi todos los días a Los Valenciamos  acompañada de su madre. Ésta al menos nunca va cogida de la mano de ningún tío y no te jode ni enmarrana tus mejores sueños; tus sueños más bonitos y románticos. Y es soltera/soltera. Qué pena que sea tan joven, casi una cría para un viejo como yo.

Me falta el 'punto de vista' del proyecto/novela, pero eso puedo hacerlo luego. El proyecto ya ha pasado a novela.Y ahora tengo frío y voy a por la camiseta del pijama. Son las 06.31 y voy retrasado. Y la funda del diente se ha colocado bien ella sola y parce que aguantará hasta el 1 de septiembre. Son las 06.42 y el camarero acabada de llegar. Se ha adelantado18 minutos porque se nota que es un tío serio y responsable y  sabe lo que se juega. Tampoco está para tonterías.

Siento que algo hecho en falta, no sé si será el amor, cantan los Celtas Cortos en la Senda del tiempo,  que ahora oigo y que no voy a poder ver en directo  en la Plaza de España  porque no voy a salir en toda la feria. Estoy en racha con la novela, no puedo parar ahora y además soy muy viejo y no estoy para más tonterías. Llega un momento de tu vida es que tienes que elegir y eliges. Tienes que decidir y decides. A esta edad se ve todo claro y no permites tonterías, ritos,  ni costumbres ajenas.

No puedo perder ni un segundo. Lo siento.  Así que no salgo, ni en feria. Quisiera cerrar una puerta y abrir otra. No tengo tiempo que perder porque la muerte ya pisa mi sombra. Recuerdo una pintada que apareció en Murcia por los años de la Transición que decía: "La cultura me persigue, pero yo soy más rápido. Fermín".

Estoy cansado de ver siempre a la misma gente, de beber para poder aguantarlos porque sobrio ni  te acercas a ellos.  Borracho sí los soportas, porque pierdes cierta parte del control y soy  tan bobo que los aguanto a todos. Y los invito. No más.

Y además me imagino conduciendo un autobús en el que tengo muy claro cuál es el destino. Si alguien  quiere subir que se suba, si alguien quiere bajar que  baje. No  pienso ni mirar por el espejo retrovisor para ver quién viene en el viaje y seguiré  hacía el fin de destino pues tengo muy claro cuál es. Pero no espero a nadie.

No puedo cortar esta racha que llevo y voy a seguir mi disciplina y mi rutina. Y además  tengo que ahorrar para publicar el libro porque con las extras de verano y Navidad (tampoco saldré),  y algunos trabajillos que me deben,  podré editarlo en papel. Es el quinto proyecto, casi novela, porque  todavía falta terminar de escribirlo. Le calculo más de dos años  como mínimo. La primera novela me costó cuatro años, pero esto creo que ya lo he dicho. Del anterior comentario sacaré unas 17 líneas. Vamos mejorando.

Son las 07.00 y oigo ruido por el Paseo. Me asomo a mi serviola y he visto un coche de la policía se para  frente a Juguettos, al otro lado del Paseo. No sé si habrán entrado a pedir un café en la cafetería porque  el buen hombre tiene la persiana a la mitad. O es que ha hecho una parada en la patrulla. He dejado mi serviola y se  me acaba de ocurrir meter a la chica de los Valencianos como amor platónico del protagonista, porque todas las novelas tienen que tener un amor que se persigue, un asesinato, amargura existencial y suspense.

Lo sabemos todos los escritores. Y los cineastas porque en todas las películas asoma una mujer y una historia de amor. Creo que será el amor platónico que persigue el protagonista. Tendré que ponerle un nombre. Y como la veo todos los días en la cafetería me inspira más. Mucho. Pero jamás me acercaré a ella. Soy un tío responsable, aunque no lo parezca, y  tengo muy acentuado el sentido del ridículo. Y de la moral.

Así que pienso seguir con  mi vida como he hecho hasta ahora,  porque si he sobrevivo muchísimos años sin ella, la otra, seguiré sobreviviendo muchos años más. Voy a proseguir con mi  mi vida  porque me quedan muy pocos años  y no pienso perder ni un segundo, ya digo. Es una mujer extraordinaria y lo seguirá siendo, pero  también tengo claro que es  un amor imposible. Y además antipático. Lo advertía Jesucristo: si llegáis a un pueblo y no os reciben bien, sacudiros el polvo de los pies,  echárselo a la cara y seguir vuestro camino. Yo no le echo el polvo a la cara a nadie, lo siento Jesús.  Tú sabrás lo que haces, pero a mí me educó muy bien mi madre. Y eso que no era Virgen.  Así que sigo camino con mi autobús, sin echarle polvo en la cara a nadie. 



Muy iluso, incluso,  porque ella no ha hecho nada para que me ilusione. Al revés,  lo ha hecho todo para que me aleje de ella.  Todo han sido desprecios pues me echó un montón de veces del bar, me  bloqueó el teléfono, no me quiso dar su email, no sé cómo se apellida, su madre me prohibió que me acercara a ella y la última vez que la vi iba cogida de la mano de otro. Y encima eres feo y no tienes ni un duro. Joder, más claro imposible. Pareces tonto.

No le guardo rencor, todo lo contrario,  y le deseo que sea feliz porque se lo merece tanto como yo. Y sé que lo será porque es una mujer excepcional. Si alguna vez necesita que la ayude aquí me tiene. La recibiré con los brazos abiertos.y mi puerta siempre estará abierta.   Pero ahora  sigo solo con mi autobús.

Así que silencio rádar,  es decir, no hablar nada de ella ni aquí, ni con nadie y cuando me pregunten advertir que no sé nada de ella y que a mí no me quiere, o sea, que le pregunten al chico con el que se pasea cogida de su mano, como andaba la última vez que la vi.  Se supone que él sabrá más de ella. Yo voy a seguir buscando mi felicidad porque me la merezco. Estoy cansado de sufrir, sin necesidad. Sigo pensando que es una mujer extraordinaria y lo será, pero no es para mí. En el corazón no se manda y hay que dejarla libre para que sea feliz, aunque sea con otros. Yo voy a buscar mi felicidad porque también me la merezco. FIN.

"Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. 
Pablo Neruda. 20 poemas de amor

(Cieza, Diario de un  serviola. 21 de agosto)

Mobusi