Antonio F. Marín: La muerte pisa mi sombra (Diario de un serviola) 41

24 de agosto de 2015

La muerte pisa mi sombra (Diario de un serviola) 41

Ayer tiraron un castillo de fuegos artificiales con motivo de las fiestas patronales. Lo señalo porque siempre escribo por la mañana, a toro lidiado, y casi nunca cuento lo del día anterior. Da igual. Después de las horas de curro (esto es un trabajo, aunque no lo parezca) sólo se me ocurre lo cotidiano, la normalidad laboral que no  reseño porque es ya rutina. Maravillosa rutina que me sienta de maravilla. Y no creo que a nadie le interese que he salido a comprar fruta, pongamos por caso. Al menos para el libro no sirve para nada. O sea, que es papel mojado y de descarte.

Esta tarde creo que son los toros que a mí me dan igual, me son indiferentes, ni estoy a favor ni en contra, sino todo lo contrario. En eso no he salido a mi padre que le gustaban muchísimo. Y tengo pruebas de ello.  Guardo fotos hechas por Martínez (padre) e incluso se bajaba al callejón. No he heredado los toros, pero sí  he sacado otras cosas de él, como la pasión por la literatura y el periodismo, tengo fotos de él como tal pues era corresponsal de un diario, no sé si era Línea o La Verdad y yo he sido corresponsal de tres y redactor de uno en Murcia capital.

Y también he heredado de él la pasión por el Mar. Véase foto adjunta en la que se me ve en mis primeros pinitos de marinero. Supongo que esto a la gente le importará un carajo, pero a mí sí y como este es mi blog el que no esté cómodo que se vaya. Vive y deja vivir, suele ser mi norma.

Anoche no salí y me quedé aquí revisando el material que llevo escrito y todavía no sé con certeza si es proyecto o libro, pero tiene pinta de libro.  La cuestión es cómo lo abordas, cómo

le entras al toro. Ya he cambiado el título una vez y ahora lo voy a hacer de nuevo.

Porque ayer descubrí  que una frase  del libro es muy adecuada a su tono, a su línea  argumental. Así que he añadido como subtíulo La muerte pisa mi sombra.  Y ya tengo dudas sobre el nuevo porque creo que  sería mejor titularlo así. La muerte pisa mi sombra (Diario de un serviola). Esto es normal que ocurra. A veces inicias una novela con una intención y luego te sale la contraria.

Pero lo primero que he hecho es comprobar si alguien lo ha usado y en vista de que no,   registrarlo luego en Safe Creative por si  algún listo se aprovecha de mis ideas. No  sería la primera vez. Ya me han copiado hasta entradas enteras. Así que queda constancia fehaciente del día del registro y hasta de la hora. He mirado en el ISBN y no hay ningún libro editado que lleve ese nombre. Y en Google tampoco aparece ni buscando con comillas. Así que tengo la propiedad exclusiva. Esto que para la gente normal es una tontería para nosotros es tremendamente importante para que no te acusen luego  de plagio y de copiar a otros. Y para que no me roben mi trabajo, que lo hacen y mucho, sin citar al autor.

Y me temo que al final, de Diario de un serviola voy a pasar a La muerte pisa mi sombra (Diario de un serviola). Lo siento, pero la literatura o lo que sea, es así, no la he inventado yo, que cantaba un italiano por los años 70, cuando bailábamos pegados y las discotecas te ponía un rato de una y otro de la otra,  para bailar, música disco que era mejor que el reggetón tan de moda ahora (o como se llame)

Mi hermana, por cierto, me ha ayudado al corregir la entrada porque se ha dado cuenta de que repetía dos veces pie. Y tenía razón. La voy a contratar como secretaria. Es la primera vez que se fija en mi trabajo. Un beso y cuidate el golpe, hermanica.

Tomando nota para una crónica.
Es curioso, pero  he pasado de Diario de un dromedario a La muerte me pisa la sombra (Diario de un serviola). Y  tiene tela,  pero puede suceder y sucede. Me ha pasado con todas y por eso sólo es un proyecto, hasta que no termine el encofrado porque personajes con los que cuentas al principio   luego no aparecen. Y otros que metes de improviso y con los que no contabas. El proyecto está vivo y a veces se te escapa.

Todavía no hay novela, sólo el proyecto. Falta el 'punto de vista' para acabar el encofrado y esto sí que es jodido. Si es en tercera persona, omnisciente, quedaría de esta otra forma.
Se levantó  a las seis de la mañana para recibir a la muerte de cara y despierto, a ver si tenía huevos y era tan valiente como decían. Y si pierdo, se dijo (nombre del protagonista), al menos moriré de pie, con gallardía, frente a una señora que se presenta de visita, sin avisar. Y sin tarjeta.
Si es en primera persona quedaría así:
Me he levantado a las seis de la mañana para recibir a la muerte de cara y despierto, a ver si tiene huevos y es tan valiente como dicen. Y si pierdo, al menos moriré de pie, con gallardía, frente a una señora que se presenta de visita, sin avisar. Y sin tarjeta.
Y tanto una como otra obligan a llevar el tiempo toda la novela. No se puede cambiar. Por eso lo más difícil es el encofrado, donde estoy ahora y donde se sufre porque es lo más impoertante. Luego ya vienen las florituras, la fachada. La primera, la segunda y la tercera novela fue en primera persona, como monólogo interior. Así que la cuarta la abordé en tercera personas, en plan omnisciente, que a mí me gusta menos porque te aleja del personaje y lo observas de lejos como si miraras por una trampilla, como un Dios omnisciente que lo ve y sabe todo. Por eso los modernos utilizan el monólogo interior, los conductivistas.

En primera te  luces más porque da más juego, te permite florituras, exhibirte, jugar con los tiempos verbales, hacer florituras, etc. Pero en primera persona me llevaría a tener cuatro novelas en este estilo y sólo una en tercera. Todavía no sé que hacer. Porque lo que decida ya no tiene remedio, hay que seguir así toda la novela hasta el final.

También estoy pensando en combinar ambos estilos, es decir, el diario en monólogo interior (1ª) y el resto en 3ª.   La  tercera persona sería para toda la novela, para el narrador. Pero no lo sé y tendré que pensarlo porque cuando elija una estaré todo el tiempo con ella y no podré cambiarla por otra. Me pasa como con las mujeres. Que soy fiel, aunque ya no se lleve y no sea moderno. Soy un viejo carroza antiguo y desfasado.

Pero no sé, no hay ninguna prisa. El proyecto, si pasa a novela,  dura dos años como mínimo, y lo sé por experiencia. Me cabo de dar cuenta de que soy  feliz en mi estudio y con mi vida. Porque creo que tengo novela nueva, un proyecto, algo que hacer y algo que esperar. Ahora recuerdo las palabras de Thomas Chalmers con las que inicié la cuarta, la anterior. La felicidad consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar. Sólo me falta una, pero es que las chicas son muy orgullosas y cabezonas.

Tengo asegurado el futuro, un pisazo, un trabajo que me gusta mucho  y estoy muy a gusto conmigo mismo. Anoche estuve trabajando hasta tarde y a la una seguía pasando  gente por el Paseo. Gritando, cómo no. Pero no salgo. Para qué voy a salir a rodearme de...(me callo). Y además en mi estudio hasta puedo bailar por lo que pones la música que te gusta, no el popular regatón o como se llame. Y tengo además hasta una casa de apuestas (en Internet), que me permite orgasmos múltiples, variados y diversos. Y más baratos que la bonoloto que echaba hasta ahora.

Así que sigo con ella, aunque haya feria, porque el ritmo de trabajo que llevo es bueno y no quiero desaprovecharlo. Me quedan muy pocos años de vida útil y no quiero perder ni un segundo. Ahora estoy aquí arriba, pero dentro de poco estaré ahí abajo, en el Paseo,  con el bastón (ya lo tengo) junto mis colegas viejos verdes. 

PD.- El domingo vi a una persona con su hijo en un lugar que para mí era desagradable pues me traía  dolorosos recuerdos. Porque duele, y mucho. Pero al verlos me emocioné casi a punto de llorar. De dicha. Una imagen preciosa y conmovedora. Ahora me gusta ese sitio que odiaba. Está limpio. Gracias. Se ve que es inteligente y sensible. Me emocionó verla  con su hijo. Me hubiera gustado sentarme allí con los dos.

PD.- Pero  te odio porque eres cruel. Me has obligado a romper mi rádar de silencio. Eres muy lista y astuta y siempre ganas. Parezco el tonto de Hey la canción de Julio Iglesias. No te odio, es imposible, no puedo ni podré, pero te haré lo mismo. Algún día.  Dentro de cuatro años, pongamos por caso.


Mobusi