Antonio F. Marín: A las cuatro de la madrugada...

6 de febrero de 2016

A las cuatro de la madrugada...

A  las cuatro de las madrugada o lo cuentas aquí o lo cuentas apoyado en una barra junto al borracho que te aguanta, siempre que lo invites. Lo decía no sé quién: En Madrid a las 6 de la tarde o das una conferencia o te la dan. Y todavía no amanece. Esperar a que amanezca es tan estúpido como esperar la muerte.  Por eso hay que aprovechar el ese lapsus para hacer cosas: escribir, ver pelis... fetichistas y de las raras esas que premian en Hollywood. Ayer me trajo mi hermana una fotocopia de una foto  de mi padre. La publicaron en un periódico,  aunque no recuerdo cual. Hoy traerá más. Es que están apareciendo cosas que a mi me trae cuenta guardar.

Aunque los recuerdos sólo sirven para hacerte patente que estás envejeciendo, que la muerte está más próxima y que ya queda poco para salir del escenario de por vida. El mutis final de fin de temporada. No importa. Creo que he vivido apurando el tiempo todo lo que he querido y que lo he hecho todo; todo aquello que cuando eras pequeño soñaba

hacer.

Si me voy lo hago  complacido porque lo he intentado todo, aunque haya fracasado. Estoy cumplido, que se dice. No me queda más por hacer y lo que podría es imposible. Pero lo he intentado y he fracasado. Lo demás está todo hecho y bien hecho. He superado mis aspiraciones infantiles con creces y puedo morirme tranquilo pensando que he cumplido, que lo he intentado.

Todos mis sueños los he intentado llevar a la práctica  y aunque muchos no se han cumplido, sí he cumplido otros. Pensaba de niño escribir una novela  y he escrito cuatro. ¿Que por qué cuento esto? Hombre a las cuatro de las madrugada, ya digo, o lo cuentas aquí o lo cuentas apoyado en una barra al borracho que te acompaña y aguanta, siempre que lo invites.

Estoy cansado. No cansado de cansancio, sino cansado de cansar, aunque creo que no me explico y me he hecho con la corbata un lío. Las pastilla me dejan flojo (el cuerpo, no lo otro) y me cuesta hasta estar sentado. Ayer sólo pude estar en la biblioteca media hora y cuando aplaudieron al ver que por fin me iba, me costó levantar la mano para devolver el saludo. Pero hay que seguir. Constancia, fuerza de voluntad y tirar para adelante. No hay otra.

Ahora son ya las 04.45 de la madrugada y me entretengo buscando fotos para este comentario. La columna de la semana está ya en talleres, aunque supongo que el miércoles por la tarde, antes de entregarla, tendré que corregirla porque habrán pasado cosas que ahora no preveo. Puede que Pablito Bananas se alíe hasta con Aznar y la FAES para echar a Rajoy. Y puede que el tal Sánchez que presume de poder pasar al PP a la oposición, quede en ridículo, una vez más, y sea el partido el que lo hecho. Todo puede pasar, menos que salga bonito.

Todavía no ha llegado el de la cafetería de enfrente, ergo, todavía no es hora de dejarlo. Es mi reloj.  Leo a Pavese y subrayo porque tengo todos los libros pintarrajeados y no me importa porque eso significa que los he leído y trabajado, ya que algunos los guardan impolutos en las estanterías para que se llene de polvo...

Leo a Pavese, decía y subrayo que el que no tiene celos hasta de las bragas de su amada no la ama de verdad. Y tiene razón porque las braguitas están con ella las 24 horas del día, pegadas a ella., sabiendo a ella, oliéndola y saboreándola hasta lo más profundo del mar. Por eso siempre he sido fetichista de las bragas de la mujer que he amado y por eso no guardo ningunas.

No censuro los pezones como en la dictadura
Esto no lo puedo publicar en la columna de El Mirador, por pudor, pero sí aquí pues se supone que esto es un diario que nadie lee, porque a nadie le importan las circunstancias personales. A no ser que estés borracho en  la barra de bar, ya decía y digo.  Tampoco debería publicar la foto de la chica con la fusta, pero es que soy fetichista de esa ropa y parece que la fusta va de serie, como en los coches y viene con lo demás. No importa. Y me niego a ponerle estrellitas en los pezones, como en la dictadura. El/la que no quiera mirar que no mire.

Así que si no guardo ninguna braguita de chica es que no he amado. O no me han amado. Y eso es triste, muy triste. Y no estoy para tristezas, así que pongamos música porque la prensa de hoy viene floja con el mismo rollo de los últimos días: las negociaciones para formar gobierno que parece que se alargan porque en vez de Gobierno lo que quieren montar es una tómbola.

Lo siento, pero esto me ha quedado muy largo. Y tengo más cosas que hacer. El fin de semana lo tengo ocupado por completo. Me falta tiempo para todo, aunque parezca que no hago nada.

PD.- Me he presentado de nuevo a los premios 20 blogs. Por diversión. Ya fui finalista en la primera edición y ahora va por la décima. No me he presentado a ninguna más, sólo a la primera y ahora, la décima, porque creo que han cambiado el sistema de votación. Y para divertirme,  porque al concursar te obliga a ser más estricto con lo que escribes, a cuidarlo más (te entra mucha más gente), y te ves obligado a buscar una mayor calidad y a esmerarte y superarte. Sólo eso, porque voy a seguir escribiendo de lo mismo, lo que he hecho toda la vida, es decir, de lo que me sale de la punta del ... Es una forma de autodisciplinarte, de obligarte a ser mejor y buscar nota.

Agenda: Tengo que arreglar dos enchufes, corregir el libro, tomar la pastilla, ver si quedan espinacas...

Buenos días y buena suerte

Mobusi