Antonio F. Marín: En tránsito hacia Cádiz

1 de febrero de 2016

En tránsito hacia Cádiz

Estro es el Ave, creo. No confundir, plis.
Por más guapo que uno sea… aquí el que no se caga se mea. O En este lugar sagrado, donde tanta gente acude, la mujer se pasa el dedo y el hombre se la sacude, etc, etc. Tengo un montón. Y por Internet hay muchas, pero las mías son originales, que conste. Me las curre en muchísimos viajes a Cádiz. También he viajado en avión a Palma (con 10% de descuento por ser residente) y en barco de la Transmediterránea (que ya no existe), pero los aseos ahí son más escrupulosos.

En aquellos viajes de 24 horas, en una jaula de compartimiento en compañía de otros siete viajeros, se aprendía mucho. Bajaba en casi todas las estaciones a reponer fuerzas, es decir, a pedirle al camarero que abriera una botella de Cocacola y le echara un  chorro de ginebra Larios. Es que había prisa y el tren se iba. Me llevaba la botella al tren y así aguantaba al personal que me tocaba, de todo, como en botica y en la vida misma.

En este lugar sagrado donde acude tanta gente, hace fuerza el más cobarde y se caga el más valiente. Ya sé que es una ordinariez escatológica (de escatología fisiológica, no teológica), pero es que el

otro día instalé Windows 10 (muy bueno, por cierto) y salvé unos documentos de hace años; de cuando en los viajes a Cádiz paraba en todas las estaciones del tren y leía los mensajes de las paredes de los aseos. La filosofía existencial de algunos. Entonces no había libertad de expresión y se hacía así. Ahora también, pero en las redes sociales.

Así eran, más o menos, sólo que en azul
En aquel entonces dijo Jesús a sus discípulos, digo, para trasladarte a Cádiz, tenías que hacer trasbordo en Alcazar de san Juan. Salías en el Correo a las 12 de la noche y llegabas allí a las 10 de la mañana, más o menos. De eso hace casi 40 años. Y allí esperabas hasta la 1 y llegabas a Cádiz a las 10 de la noche. Un suplicio porque la Marina sólo te pagaba 2ª clase y no me gustaba pagar más por un comportamiento cerrado de  literas en las que cuatro personas respiraban el mismo aire y olían el mismo tufo a pies (generalmente). Era otra época ya digo, hace muchos años.

Lo mejor de todo es que conocías personajes que luego he ido incorporando a mis novelas; tanto los pelmazos, como los simpáticos. Para escribir hay que viajar, y mucho, porque  si no estás toda tu vida escribiendo del campanario de la iglesia del pueblo (o pintándolo). Un campanario, el del Convento, que ahora mismo suena anunciándome que son las 6 de la madrugada. No hace frío, la luna está en cuarto menguante y se ve abajo el lucero del Alba, ergo, no hay nubes. No hay ningún ruido, el silencio no es estruendos porque veo por las 2 de mi servila a un barrendero que con suma paciencia va haciendo montoncitos sobre los adoquines y verificando todos los días el Mito de Sísifo.

Iba a hablar de la peli Juventud de Paolo Sorrentino, pero lo dejo para mañana porque este post (entrada) me está quedando muy marrano. Y largo.Y además la prensa viene hoy con el mismo rollo de siempre; es decir, con la formación y las negociaciones para formar Gobierno. Y lo que aún nos queda hasta junio, cuando las nuevas elecciones. Días y ollas.

Buenos días y buena suerte.

Mobusi