Antonio F. Marín: El color del cristal con el que se mira

11 de marzo de 2016

El color del cristal con el que se mira

Escribía Larra que la gente estaba tan acostumbrada a sus críticas que le daba miedo echar una alabanza porque se lo tomarían como burla. No es mi caso, porque cuando escribo de cachondeo la gente se lo toma  en serio y cuando escribo en serio se cachondean. De mí, sí. Cualquiera los entiende.

Así que ahora afino y con más tino se distinguir entre alabanzas y peloteo, y entre críticas y cerrilidad manifiesta. Es triste saber que cuando le dan el turno de palabra a un tertuliano ya sabes lo que va a decir. O a por dónde va a salir un listillo presentador de programa que se cree inteligente e irónico, cuando no es más que el pelmazo que en los cambios de clase del instituto salía a la pizarra a contar chistes  sobre suegras. Todo es muy previsible y eso conduce al último bostezo de una sociedad decadente, según nos reprochaba el poeta Joaquín Cámara (q.e.p.d).

Hay algunos que sólo ven con el color de un cristal con el que siempre miran. Y no es por ahí. La feria siempre la cuentan los mismos y si no te informas por varias medios estás perdido porque  sólo lees a los tuyos pues quieres oír  lo que tú piensas para confirmar tus razones (sin que nadie te lleve la contraria). Pero estás muerto, no vives, no eres, aunque seas muy feliz al creer que tienes razón. Pero  piensan otros por ti.

Está amaneciendo aunque no necesito volverme para saberlo; los pájaros han comenzado a cantar y sé que nunca me fallan. En política  también ocurre y los hay cerriles, burriciegos, tontos y rematadamente tontos,  con insignias y galones, como Doña Urraca Colau y Cia, que ha querido expulsar a los  militares de un evento educativo de Barcelona mientras ellos se comportaban con exquisita elegancia y tolerancia.

La extrema derecha ha clamado por el silencio de los militares (se supone que querían que desenfundaran la pistola), pero ellos echaron mano de aquello de que no hay mayor desprecio que  no hacer aprecio y  que no se puede dialogar con un tonto porque te pueden confundir con él.

Doña Urraca Colau no sabe que en  la Marina, por ejemplo, yo he aprendido más que en todos los  colegios e institutos. Incluso aprendí trigonometría  pero no por sólo por conocerla  (como hicieron todos mis conterráneos y ya lo han olvidado),  sino para algo útil y práctico como localizar un punto geográfico mediante el ángulo y distancia que es lo que te permite situarte  en la carta (el mapa). O trazar el rumbo mediante una marcación a un faro (medir los grados) y ver en el radar la distancia.

Oigo a Cosme  Sísifo y me asomo a mi serviola. Son las 06:33 y no hace mucho frío. Esta parcialmente nublado pues sólo se ven algunas estrella y probablemente hoy va a hacer bueno. Pero digo, decía, que Doña Urraca Colau no puede ofender porque le faltan galones, de mando y de honorabilidad, educación y buenas maneras.

La inteligencia te hace saber lo que es importante y lo accesorio;  y los marinos  son expertos en estas suertes  porque lo indican  todos los informes para un ascenso. Si el barco se hunde no tienes que preocuparte de coger la medalla que te regaló tu madre en la primera comunión, sino preparar los botes,  ver si están pertrechados con bengalas, localizador por satélite, comida, medicinas y  el chaleco salvavidas.

Y arriarlos pronto al agua y ver si están todos los compañeros y quién se ha quedado a bordo (normalmente el tonto de la medalla de su madre). Y la medalla se hunde, claro.  Por eso los de Podemos quieren el ministerio de Defensa y suprimir estos informes para  igualar por lo bajo y  que asciendan todos y todas, los tontos y las tontas de la medalla  de su madre.

No le puedes dar importancia a lo que no lo tiene, como su eminencia la sansirolé de Doña Urraca Colau que no aprecia lo principal ni lo accesorio. Recuerdo que una travesía Cádiz-Tanger a bordo del Rigel  nos encontramos con mar arbolada (olas de 10 metros) y un marinero y el que suscribe,  fuimos los únicos que no nos mareamos. Todos los demás  echaban hasta la sopa de  ajo, incluso el comandante y el segundo. Entre él yo nos hicimos cargo de la navegación y de la caña. Anduvimos toda la noche capeando el temporal entre los dos, turnándonos en el timón a razón de 15 minutos cada uno. Y los dos fumando, ante las miradas de odio de los demás.Y no había galones, sino instinto de supervivencia.

El marinero era de reemplazo que hacía la mili obligatoria, pero en la vida civil era pescador de esos que cagan por la borda, pues en los pesqueros pequeños no hay aseo y cuando el apretón se bajan los pantalones, sacan el culo por la borda, se agarran a un cable o pescante y ahí va la comida para los peces. Y se limpian el culo con papel higiénico claro, pero si no lo hay o no puedes por la mala mar... pues eso.


Al día siguiente el comandante felicitó al marinero públicamente delante de todos sus compañeros y a un servidor ante todos  los míos. Consecuencias: ellos me miraban de mala hostia y me reprocharon que me había hecho el héroe. Y al marinero igual, por parte de los suyos. Eran Adas Colau desagradecidas, pero no  sabían que les habíamos salvado la vida. O sí y de ahí el odio. Por eso Ada Clau me la chupa, como me la chupaban todos mis compañeros (en un decir, creo).

No me dieron ninguna medalla porque en la Armada  el valor  se supone, se da por hecho, pero me lo reconocieron públicamente ante los demás y lo hicieron constar en mis informes personales (los que no le gustan a los mediocres, es decir, a los de Podemos), como a mi hermanica le han reconocido la extraordinaria labor que ha realizado en todos los estamentos educativos, al hacerlo constar en el libro de actas del colegio Cristo del Consuelo. Y yo lo compruebo todos los días porque en nuestra caminata  las madres con las que nos cruzamos  sonríen y la saludan por haber educado tan bien a sus hijos. No necesita un diploma con orlas y cenefas porque el mejor reconocimiento es ese saludo por la calle. Pero sus compañeros lo hicieron también constar en el acta. No se puede hacer caso a los tontos, ya digo (sobre todo en política)

Y por eso los agricultores se manifestaron ayer, con toda la razón, exigiendo unos seguros agrarios más justos. Es lógico. Esta gente se desloma  todos los días y depende de un imponderable como el clima que no es culpa suya. Pero también deberíamos ser solidarios con los agricultores de Lérida y evitar  frotarnos las manos cuando allí hiela porque así sube el precio de nuestro producto,  hay  más trabajo, mejores precios y le damos mejor salida. Ellos también sufren, aunque sean catalanes.

Me estoy metiendo en un jardín del que no sé si podré salir, florido, pero estoy seguro que de donde no podré salir es de mi casa.  Ya quisiera yo que todos comamos perdices y fuéramos felices pero aquí los únicos que se divierten son los chicos de Podemos  que sigue jugando a las casitas, digo, a piedra, papel, tijera, Spot.  Son unos genios del marketing y la comunicación no verbal.

No son como mi estimada Loli que va y me suelta de pronto que  va a tener que ir detrás de mi. Y no sabe lo que le espera porque he estado mi infancia y mi adolescencia seguido por tres extraordinarias mujeres, tres, y pese a ello  he hecho siempre  lo que me ha dado la gana. Una más no importa. Estoy acostumbrado.

¿Por qué no te echas novias?, me preguntaban algunas señoras ya mayores cuando se preocupaban por mi madre. Pues porque soy feo y no tengo un duro, porque si fuera guapo no importaría ese sin-duro y si tuviera un duro, y dura,   no estaría aquí. Me hubiera ido hace ya años. Acaba de llegar el camarero del Arte-Sano, con tres minutos de retraso. Sólo tres minutos. Triunfara porque la puntualidad es el mejor determinante de la seriedad y la profesionalidad.

Buenas noches y buena suerte. 

Agenda: Bajar las pelis del fin de semana. Caminata con mi hernanica a las 10:30. Bajarme los nuevos capítulos de The Big Bang. Ver si han caducado los condones, que yo creo que sí. Estar pendiente del paquete de mi hermanica (Amazón)

Mobusi