Antonio F. Marín: La Dolores de Catalayud

12 de marzo de 2016

La Dolores de Catalayud


En Minnesota, está prohibido que un hombre mantenga relaciones con su mujer si el aliento le huele a ajo, cebolla o sardinas. En España está prohibido que el aliento del hombre huela a alcohol. Lo sé de muy buena tinta. Pero allí la ley puede obligarle a cepillarse los dientes si su mujer informa de ello.  Joder con Minnesota y los minnesetenses.

Joder con Joaquín Sabina que ha aparecido por un suplemento de un  dominical,  que tenía pendiente de ojear (también tengo libros y pelis), en el que asegura que respeta mucho a los votantes de Podemos, «pero no me gustan sus dirigentes». A mi tampoco y en eso coincidimos. Y  también  cuando añade que no hay otra manera de acabar con los del ISIS (los islamitas rabiosos que degollan  hasta niños) que con

una guerra.

Y si no se hace -añade-, es por la enorme cobardía de los grandes imperios  que no quieren que sus ciudadanos vuelvan en ataúdes. Quiere decirse, y se dice,  que en este caso «Sí a la guerra» porque es por una causa justa. Y coincido con él, ya digo, aunque en España ha cundido tanto el "no a la guerra" que  la pequeña burguesía incluso te fusila aunque sea por una causa justa.

Aunque  la guerra solo sea la continuación de la política por otro medios, según Clausewitz que era un cínico, sí, como los que invadieron  Irak para demostrar que siguen siendo muy machos  (además de ser vecinos de los iranís para espiarlos mejor). Estados Unidos a la sazón  no necesitaba mucho petroleo y le bastaba con Arabia Saudí y ahora  lo necesita mucho menos e incluso lo exporta a otros países como Venezuela, que tiene petroleo mientras el pueblo pasa hambre.

Mucho cinismo, también, sí,  pero recuerdo que en la Marina (aquí viene otra batallita del abuelo Cebolleta),  nos atendía un alférez de complemento que a todos nos decía agua y mucho ejercicio. Conviene desovillar para que no haya malas interpretaciones  que los alférez de complemento de aquellos años eran médicos, ATS,  ingenieros o abogados, que iban a cumplir el servicio militar y al tener carrera universitaria (habían pedido prórroga),  los colocaban en labores de su menester.

Y por supuesto nadie les hacía ni puto caso porque iban a cumplir el servicio militar, sacarse una pasta y adiós muy buenas. A mí me tocó un médico, ya digo, que cuando le proponías una enfermedad te contestaba: Agua y mucho ejercicio.

- ¿Y si ella no quiere?
- ¿El agua?
- No,  hacer ejercicio.
- Pues te compras una muñeca hinchable.
- Tendría que consultarlo con su mujer, señor doctor.

Esta es una de las muchas menudencias por las que me echaron de Marina, es decir, no me dejaron proseguir mi magnífica y esplendorosa carrera como marino. Cuando me tocaba opositar para ascender, me prohibieron hacer el examen.

- Pero buen hombre, cómo voy a aprobar sin examinarme.
- No, es que no queremos ni que te examines.
- ¿Me van a aprobar sin examen?
- No,  es que no queremos que apruebes.
- Me tienen manía.
- No lo sabes tú bien.
- Pues que os follen.
- De Cieza tenías que ser.
- Mejor que ser en Calatayud  el novio de la Dolores, ¿verdad usted?.

No lo entendía. A qué viene lo de las Dolores: pues no sé, pero ha venido. Como las golondrinas y eso. Pero venía por lo de Minnesota donde un mujer puede denunciar a su marido si el aliento le huele a ajo, pero él no puede denunciar a la mujer si ella no sabe orientarse. Por aquello de la igualdad, mayormente.

Mobusi