Antonio F. Marín: Mentiras y obscenidades

2 de abril de 2016

Mentiras y obscenidades


A las chica también les gusta decir obscenidades cuando lo hacen (el sexo, no cuando friegan los platos mientras tú lees el periódico). Eso desvela la revista  'Cosmopolitan' tras hablar con 18 jóvenes menores de 30 años y  preguntarles cuáles son las mejores frases y las más sucias que las chicas  les han gritado, jadeado o simplemente susurrado en la cama.

Una chica le dijo a un chico  que había creído ver a Dios durante unos segundos mientras practicaban sexo. Hombre, niña, eso no es una mentirijilla piadosa para que el hombre no se hunda en la miseria, sino una fullería de las gordas. Ya te vale. Tampoco hay que exagerar. Lo mejor es no preguntarle nada a ella sobre si ha gozado. Te evitas malas sensaciones, como los ciclistas. Y esto no lo dice la experta sino un servidor de cuando fumaba, que hace años que

no fumo de eso.

Pero son un cielo. Mienten con desparpajo: Creo que no voy a poder caminar mañana, le comento otra a su chico tras el cuchi cuchi. Un poco exagerada, verdad usted.  Una vez mi novia me miró como si fuera a decir algo, pero no dijo nada. Sus ojos se pusieron en blanco y empezó a agitarse, reconoce un chico,  aunque su chica más que una mentirosa lo que aparenta es ser una actriz muy buena.

Tu polla es como un rollo de papel higiénico le dijo otra a un chico, con  una mentira que no es mentira, qué va,  sino un pecado de falsedad documental. Y también se dan  los comentarios   lésbicos  como el que cuenta David, de 24 años: Ella me dijo que quería acostarse conmigo y pensar en otra mujer, y entonces contármelo, reconoce otro chico algo turbado, a la entrevistadora de Cosmopolitan

¿Turbado?... Por qué. Si esa es la más común de las fantasías de los tíos y se conoce que ellas lo saben. Y por eso te mienten también en esto. Lo que no se explica es que sabiendo mentir tan bien y con esa variedad, no estén en política.

Para proponer referendos, un suponer,  y quedar muy monos ante la opinión publica por eso de la transparencia y demás tropezones, porque en  Cieza el tripartito,  por aquello de la participación ciudadana,  distribuyó hace tiempo  unas urnas para que la gente votara qué se hace con la caseta aledaña al parque de la Plaza de Abastos. Y digo distribuyó porque del resultado nunca más se supo. O yo no me he enterado porque vivo en el ático de Babia. Se conoce que la participación fue tan abrumadora que todavía están contando las papeletas. Supongo, no sé.

Esto de los referendos populares está muy  bien, viste mucho, pero delegar la responsabilidad de decidir en los demás tiene un algo de cobardía porque si el resultado es un fiasco ha sido el pueblo el que se ha equivocado en las urnas. Y si es un acierto va a beneficio de inventario del Gobierno. En Madrid la alcaldesa ha patinado con eso de la transparencia porque a su votación popular sólo ha acudido el 1,7% del censo. 

Pero ya puestos y subidos al andamio trasparente, uno prefiere votar en qué se gastan los cuartos, si le bajamos la cobranza al alcalde y concejales liberados o  qué hacemos con el Paseo que está hecho unos zorros y zorras,  y con la obra de Pepe Lucas destrozada.

Nadie ha hecho nada, ni la izquierda ni la derecha, ni los espontáneos y al final la obra la tendrán que firmar los albañiles que son los que corrigen al maestro, con cemento, como algunos bendicen los campos con una insolencia propia de ignorantes porque no se puede dar el Vº Bº a la obra del Maestro, de Dios,  por parte de sus aprendices.

Los campos ya están benditos porque son obra del Maestro y la cosecha, buena o mala, también. Como decía el obispo aquel: Ustedes saquen si quieren en rogativas a la Fuensanta pero que sepan que no está por llover. Y cuidado con los refrendos populares asamblearios porque alguien del otro lado de la valla ideológica puede proponer si se impide  la entrada de inmigrantes o si  les atiende la sanidad publica. Puede gobernar la extrema derecha, como estuvo a pique  en Francia,  y llevarlo a cabo.

Depilación francesa
De una escoba salió un tiro que me decía un condestable de la Marina y de un referéndum puede salir un disparate como que no se paguen impuestos.  No se puede preguntar si te opones a que te quiten la paga extra. O  si quieres  acabar con la pobreza porque es obvio que todos lo quieren. Si pudieran.

Podrían preguntar si se prohíben las carretillas en el Paseo, pongamos por caso, que desaparecieron durante  la crisis pero han vuelto para asustar a los niños, mayormente, por parte de dos tipos que, sentados en un banco, fueron por fin famosos durante 15 minutos, digo, 2 horas.

O acudir a Pamplona y preguntar a los pamplonicas si se prohíben los toros, porque a lo mejor dicen que sí. Se supone. Esos cojones en Despeñaperros, que decía el torero el Gallo o esos cojones en  los Sanfermines, porque en Cieza hay corridas de uvas a peras y la afición sólo va a merendar y a ver y dejarse ver.

Los refrendos populares sólo reflejan la falta de ideas e indecisión de los políticos,  que se esconden en el pueblo para tomar decisiones. Y el pueblo les devuelve la papeleta castigándolos con el duro látigo de la indiferencia. Que os den, vienen a decir. Pero todavía no sabemos en qué ha quedado el primer referéndum democrático entre los vecinos de Cieza y nos tememos lo peor. Luego hablan de transparencia.

Dan ganas de soltar obscenidades, aunque no estés en la cama. Pero mejor nos las guardamos  por ver si aparece alguna panocha, con depilación francesa,  que llevarme a la boca.

Mobusi