
O a cabrearte porque la variante de Camarillas a pesar de llevar ya miles de años de retraso, todavía le queda año y medio para que entre en servicio. A lo menos. La plataforma está construida, las vías puestas pero, oh, cielos, falta la señalización. Y suponemos que el botijo para los operarios.
Cuando hemos despilfarrado los dineros en aeropuertos sin aviones, ciudades del Circo (Alcorcón), el tranvía de Jaén que está acabado y no entra en servicio, líneas de Ave que no se usan o el puerto de Laredo en el que no ha atracado ningún barco, da vergüenza referirse a una obra que se construye en un periquete y con unos pocas perricas.
Quizás tengamos suerte y la variante esté conclusa antes de que los ingleses acepten conducir por la derecha y los americanos el sistema métrico decimal. No hay que perder la esperanza, como no la pierden los del PSOE para que Cartagena sea provincia y así lo han pedido en la Asamblea. Está bien. Por mi como si quieren ser un imperio, pero eso supone más gasto, más burocracia y más asesores «colocaos». Habría además dos circunscripciones luego la cuestión radica en conseguir más votos con la excusa del orgullo pedáneo. Y es posible que se logre a cambio de un sólo voto que otro partido necesite para gobernar.
Y es que eso de Cartagena provincia es muy vacilón pero es normal en autonomías muy grandes como Castilla-León o La Mancha, porque Asturias y la Rioja, por el trantario viven tan ricamente siendo una sola provincia. Todo sea por vacilar de
provincia.
Darse pisto como el artista que ideo las losetas de pizarra de la Esquina del Convento que, quedan muy monas y eso, pero que no dejan de romperse y sin posible solución, como no sea un chapucero remiendo. O el cambio total. Se hizo caso al narciso del arquitecto para que se luciera porque la mayoría de arquitectos quieren ahora dejar su firma, su pisada en la luna, y no precisamente con otras admirables, sino con rúbricas que son unos bodrios. Antes era el ciudadano el que le decía al arquitecto cómo quería vivir y ahora es el arquitecto el que dictamina cómo has de hacerlo. No lo entiendo.
Por eso me apunto (o me han apuntado) a la «sologamia» porque Erika Anderson, una mujer de 37 años se ha casado consigo misma después de estar hasta 'el mismísimo' de que la gente le cuestionara por qué no se casaba con nadie y la llamaran solterona. Hace muy bien. Por eso yo no me cohesiono con nadie. Ni le pregunto a nadie ¿Tú cohesionas o trabajas?
Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza.